ALTRALUZ
Periodismo
SE ha lamentado Jiménez Lozano de la banalidad del periodismo actual. Tiene razón, aunque cada época da su tipo de banalidad. No hace tanto, citar a las personalidades asistentes a un acto, con sus respectivos tratamientos, era tan importante o más que la noticia en sí. Ninguna banalidad es inocente, siempre hay que pagar un precio por ella, pues corrompe. Personalmente, y en contra de lo que suele afirmarse, no creo que la clave de esta profesión radique en diferenciar entre periodismo objetivo y subjetivo. Detrás de ciertos titulares informativos hay más opinión soterrada que en muchas columnas. La propia terminología escogida para hablar de la guerra de Irak es ya una rotunda toma de postura: no es lo mismo llamarla guerra de ocupación que de liberación. En un periódico todo esta impregnado de subjetivismo, salvo que hoy es martes. Ahora bien, hay una subjetividad ética y otra que no lo es. El buen periodista es honrado hasta en sus errores. Durante la guerra civil española hubo importantes periodistas extranjeros recorriendo los frentes, entre ellos Mijail Koltosov, corresponsal de Pravda; sus crónicas son una aberración periodística, no por su identificación con la República, sino porque era agente de Stalin; hasta la subjetividad ética tiene sus límites. Siempre habrá quien reivindique que el periodista debe tan solo informar. Ya. ¿Pero es qué consiste en recoger tal cual las palabras de un discurso? Poco reto me parece a mí. Es más práctico admitir que eso de la objetividad es un cuento chino, y exigir esa subjetividad ética por la que una noticia nos hace entender el mundo.