Diario de León
Publicado por
José Cavero
León

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No ha querido perder un solo día, y el lunes de Pascua de Resurrección el presidente Aznar proporcionaba material a los medios de información para demostrar que, sin apearse un ápice de «su justificado conflicto» -ni una sola vez ha utilizado la palabra guerra de Irak, ni mucho menos, la invasión del país por las tropas aliadas- volvía a tomar la iniciativa política con el anuncio de nuevas reformas con las que atraer a favor del Partido Popular a los votantes de las elecciones de mayo. Aznar presumió de estar más preparado que ningún otro grupo político, a quienes describió, en términos que incluso entre los suyos no halló demasiada complacencia, «en pelota». Habrá que ver quién vence en este combate electoral, ante el que ambas partes, gobierno y oposición, se creen con clara ventaja, unos por entender que la guerra les acredita como Gobierno serio y responsable, que hace lo que debe hacer aunque pueda resultar impopular, y otros porque suponen que habrá castigo en las urnas contra el Gobierno que se tomó la prerrogativa de implicar al país en una guerra indeseada, estúpida y sin razón de ser. Ese es el doble frente de Aznar: cambiar de página para hacer nuevas propuestas electorales, pero sin perder el tipo ni apearse del tanque de combate en el que se ve como vencedor inequívoco contra sus adversarios y contra la opinión pública. Sabe que, si se apeara del carro de combate, admitiendo siquiera que pudo haberse equivocado en su decisión personalísima e intransferible «de amigo de Bush», sería finalmente pisoteado por sus propios correligionarios, en este tramo final de su mandato, cuando deberá dar paso a su sucesión en unos pocos meses. De ahí que «el ejecutivo no ha eludido sus responsabilidades» y «nada tenemos que ocultar». Incluso este tiempo final de mandato dependerá, en buena medida, de los resultados que se desprendan de la consulta del próximo 25 de mayo, por lo que hará el mayor esfuerzo para evitar que la factura que deba pagar por su beligerancia y belicismo llegue a ser insoportable para su cierre de vida pública. Por lo demás, José María Aznar ha aprendido bien que disponer del poder, y de buenos equipos técnicos, ayuda a hacer ofertas interesantes y atractivas para el elector. Las relativas a una mejor fiscalidad, las ayudas a la mujer trabajadora y madre de familia, -como tiene comprobado en las consultas electorales anteriores-, dan siempre buenos resultados. Confía que esta vez también le sucederá del mismo modo, y que se olvide la infausta guerra de las indemostradas armas de destrucción masiva, del «transparente», por invisible, Sadam Huseín, de la redistribución del petróleo iraquí y del patrimonio histórico esquilmado.

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