Prohibido pensar
NO inventar nada hasta que la fórmula de moda esté exprimida al máximo. Esa parece ser la tónica que rige la programación televisiva. Aunque, dentro de esta aplastante monotonía, siempre hay lugar para sorpresas. Por ejemplo, la de Canal Sur, que ha puesto en antena una especie de Operación Triunfo empresarial. Estas son sus originalidades: usted se presenta con una idea empresarial; le ponen vídeos de amigos y familiares diciendo que Mario Conde siempre ha sido su ídolo (hasta hace unos años al menos); el público aprueba su negocio con un abanico azul o le manda a casa con su futuro empresarial con un abanico rojo; unos bautizados emprendeñecos, primos de la Rana Gustavo, le ponen a prueba y usted gana lo mismo una campaña de comunicación que una página web, un vehículo industrial que un curso de formación. Como poco, participar en Generación XXI, que así se llama el invento, le asegura cierta publicidad inicial, que no es asunto a despreciar. Visto lo visto, que se despreocupen las administraciones de las líneas de ayudas a los emprendedores y los viveros de empresas.La omnipresente televisión ha venido a solucionar la crisis de vocaciones empresariales como en su día salvó el bache de los conciertos del verano. Puestos a agotar la fórmula, yo propongo hacer un concurso de curas y monjas para ver quién tiene más vocación, y de regalo que se lleven una bula; o un concurso de científicos, y el que gane que pueda investigar en España con medios y todo; tampoco estaría mal un concurso de integridad política, con trofeo de una alcaldía vitalicia; incluso un concurso de bondad, con garantía de proceso de canonización para el vencedor. ¿Absurdo? No descartaría nada. Aunque, puestos a ser excéntricos, por qué no el más difícil todavía: un concurso de guionistas de televisión. Al que tenga una idea original, digna e inteligente, sin putas ni subnormales como reclamo, le cabe como premio la gratitud eterna de miles de televidentes.