BURRO AMENAZADO
Pestes atípicas
LA sanidad mundial se preocupa por el avance de nuevas enfermedades, atípicas, que amenazan con hecatombes humanas, sobre todo en el depauperado Tercer Mundo. Primero fue el SIDA, hundidor del sexo salvaje, la promiscuidad y el libre intercambio de jeringuillas de chute. Luego, aún sin saltar al espacio profiláctico occidental, provocando huidas de negros espantados en las selvas del Congo, la fiebre hemorrágica del Ébola y sus cuerpos sangrantes, sin medicina posible. Y ahora, desde China, la neumonía atípica o síndrome respiratorio agudo y grave que llena las populosas calles orientales de mascarillas y pánico. No es raro que estos brotes epidémicos desaten supersticiones, bulos y zafarranchos de combate sanitarios en la superpoblada tierra. Desde luego, sida y Ébola provienen del contacto y consumo de simios, desde gorilas y chimpancés a monos verdes, con los virus encontrando en el hombre el sustrato óptimo para extenderse. Antaño, los aislados núcleos humanos que enfermaban al tocar la biodiversidad salvaje, palmaban en masa o sobrevivían tras inmunización selectiva diezmadora de las familias. Hoy, si uno de estos látigos pasa del mundo rural al urbano, sobre todo en ciudades tropicales insalubres, su control resultará difícil. Arañas, macacos, garrapatas, aves, murciélagos y roedores, entre otra fauna, aguardan al bípedo dominante, más frágil de lo que su soberbia piensa. Quizás estas enfermedades novísimas, atípicas, detengan la bomba demográfica que rapiña los recursos, cual la gripe y la viruela que causaron más muertos en aztecas y pueblos americanos que la espada y la cruz de los conquistadores españoles, curtidos en resistirlas. Igual, en el mundo de obesos grasientos esclavos del coche y la comodidad inmóvil, la ruleta de una plaga bíblica imponga una fiebre de actividad acudiendo como alma que lleva el diablo al galeno o matasanos más próximo. La parca acecha, hermanos, e invade el runrún de lo desconocido. ¡Qué miedo!