Vivienda de ministro
El PSOE está intrigado con un piso que ha comprado Eduardo Zaplana, ministro de Trabajo. Quiere saber, por ejemplo, cuál es su valor de tasación y el precio escriturado; por qué la hipoteca tiene un periodo de carencia de tres años, y otras menudencias de muy mala leche, como dirían en mi pueblo. Le harán confesar al señor ministro esas intimidades en el Congreso, porque se las plantean en términos de preguntas parlamentarias. La verdad es que no todos los días se compra un piso de 500 metros cuadrados. No todos los pisos están tasados en más de dos millones y medio de euros. Y no por todos se pagan 1,62 millones de euros. Pero es que el señor Zaplana es ministro, y un ministro, aunque sea de Trabajo y Asuntos Sociales, debe tener una vivienda acorde con su rango y, sobre todo, con sus obligaciones políticas. Añadan ustedes que lleva tarea a casa, y necesitará un despacho; que tendrá que tener un refugio para escoltas; que puede necesitar salas para reuniones con los sindicatos; que la familia tiene sus exigencias de expansión, que bastante sufre su padre¿ ¿Qué menos que medio millar de metros cuadrados? La verdad es que, siendo ministro, no entiendo cómo se puede vivir en menos metros. Lo que me intriga es la seguridad de Zaplana. Cuando alguien que acaba de cambiar de residencia compra un piso de tan alto standing, como dicen los anuncios, es que tiene previsto quedarse. Y quedarse por lo menos diez años, que es el plazo razonable para una hipoteca tan alta. ¿Será que piensa seguir de ministro tanto tiempo? ¿O se ha comprado realmente una vivienda de presidente del Gobierno? Vaya usted a saber. Yo, en vez de censurarle como los socialistas, le felicito. Un hombre que adquiere una vivienda así, aunque sea con hipoteca, es un hombre que ha triunfado en la vida. Lo único que quizá no entienda ese hombre es que haya muchos jóvenes que nunca podrán comprar un apartamento de 50 metros. Pero ¡qué le vamos a hacer! Tampoco serán ministros.