Diario de León
Publicado por
Federico Abascal
León

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La festividad social del Primero de Mayo se celebró ayer en España bajo el lema «Por la paz y el empleo. No a la guerra», como si las centrales desearan prolongar el eco reprobatorio de la invasión de Irak y recordarle al Gobierno la huelga general del pasado 20 de junio, en la que pudo medirse el vigor sindical, frente al que el Ejecutivo rindió su famoso decretazo. En cada ciudad tuvo la celebración un acento diferente, pues si en Vigo se recordó el chapapote, visible aún en las rocas de muchas playas gallegas, en Córdoba se fustigó a Aznar por la muerte de dos periodistas españoles, el cámara Couso en Bagdad y el corresponsal Parrado, hijo de Julio Anguita, en el sur iraquí, sin que el PP se haya atrevido a condenar esas muertes, aunque las haya lamentado. Pero en el escaparate sociopolítico de Madrid, este Primero de Mayo se inició y, sobre todo, finalizó en total desacuerdo con el guión previsto, pues la ira de los trabajadores de Sintel, célebres por su larga acampada en el madrileño paseo de la Castellana, entorpeció la marcha de la manifestación, cortando su itinerario, que transcurría por la calle de Alcalá, lo que retrasó al menos una hora la llegada a la Puerta del Sol, donde un desalmado propinó al líder de CCOO, José María Fidalgo, un golpe en la cabeza con el palo de una bandera o pancarta. Aunque no fue una herida grave, la sufrida por Fidalgo, de ella manaba sangre abundante, por lo que el hombre fue traslado a un hospital, el Clínico, donde se le dieron unos puntos de sutura. Pero la fiesta ya había terminado, y ninguno de los discursos previstos, que eran bastantes, llegó a pronunciarse. Sólo se escucharon una palabras del secretario general de la UGT, Cándido Méndez, para anunciar la modificación del desarrollo del acto de clausura, que más que modificación fue suspensión total, por un episodio de violencia que, si no resultaba previsible, tampoco sorprendió a nadie, dada la agresividad que habían demostrado en todo momento los trabajadores de Sintel, con sus familias, contra el líder de CCOO, a quien hicieron responsable de su suerte, obviamente mala. Volvieron a exhibirse ayer en Madrid banderas republicanas, en cierta abundancia, y ese toque tricolor a una festividad reivindicativa de los trabajadores no parecía dirigirse contra el sistema político vigente sino, más bien, contra un modo de gobernar que, según los líderes sindicales denuncian, crispa a la sociedad y desestabiliza políticamente al país.

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