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León

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CALLES bulliciosas y plazas abigarradas, un gentío gregario entre un trasiego de vasos tintineantes. Es fiesta en el Bierzo. Coincidiendo con las tradicionales ferias de la Cruz de Mayo, Cacabelos celebra un año más la Feria del Vino, con la que el Consejo de la Denominación de los Vinos del Bierzo promociona nuestros caldos. La feria es un espejo que irradia las luces y sombras de la estructura productiva y comercial del sector: muchas alambicadas bodegas, un número aún mayor de marcas; caldos que han logrado una aceptable calidad, una comercialización extremadamente atomizada y poco competitiva. Pero estos días esas minucias no cuentan, solo nos fascinan los oropeles de la fiesta; a nadie debe preocupar otra cosa más que saborear los vinos nuevos o embriagarse con los olores penetrantes de los caldos añejos. Las ferias del pasado -o del ganado- se otoñan languidamente, la del Vino cobra cada primavera un vida renovada. ¡Es el signo de estos tiempos!. Pocos dudan de su interés promocional, la mayoría la cree consolidada en Cacabelos, algunos aún son reticentes a su éxito. A Antonio Canedo, alcalde de Camponaraya, por ejemplo, no le gusta la feria de mi pueblo; en realidad a Antonio Canedo le disgusta todo lo que se organiza en Cacabelos; por eso busca epatar a los municipios vecinos con sus propias experiencias feriales. De tarde en tarde, programa mercados de todo tipo que erosionen las casi milenarias ferias de la villa del Cúa; no lo ha logrado pero juega una insondable partida de ajedrez con sus peones y caballos. Antonio Canedo es un buen alcalde, de otro modo no obtendría el éxito electoral casi ininterrumpido durante estas dos últimas décadas; pero, como político, olvida los intereses generales. El alcade de Camponaraya no está de acuerdo con la Feria del Vino de Cacabelos. Amenaza con organizar otra feria del vino, aunque sea al margen y en contra del Consejo. Una feria diferente, más espectacular, más apabullante, con bodegas que vengan de allende la comarca, con mejores vinos y trajes de faralaes. No pretende mostrar y comercializar los vinos del Bierzo, objetivo primero del Consejo en la feria de Cacabelos, el alcalde busca promocionar su pueblo de Camponaraya, aunque sea con vinos andaluces, castellanos -de la Mancha evidentemente- o extremeños; vinos socialistas, ya que la de Cacabelos es feria popular. Antonio Canedo es un buen alcalde pero de miras estrechas y localistas, que olvida que es procurador en las cortes regionales por la comarca del Bierzo. Al alcalde socialista de Camponaraya le gustan aún menos, lo decía esta semana, los chalaneos que los ayuntamientos populares de Cacabelos y Villafranca se traen para conseguir la sede del futuro Museo del Vino. Ahora entiendo las denuncias intempestivas del también socialista José Jiménez sobre la sede del Consejo que, ya inevitablemente, se construirá en Cacabelos. No es que la fueran a llevar a Ponferrada, se trataba de levantar una polémica ruidosa para ver si alguien podía pescar en río revuelto. Es tiempo de elecciones y hay que gritar alto y fuerte; que los vecinos nos escuchen vindicar nuestras peticiones. ¡Tenemos derecho al museo! Evidentemente, pero mejor si primero se solicita al Consejo y se muestran después las ventajas que avalan tal petición. Villafranca y Cacabelos lo han hecho. Ambas --así lo han anunciado- quieren el Museo del Vino, y las dos tienen méritos sobrados para ello por tradición vinícola o por la solera de sus vinos y bodegas. La villa del Cúa se ha adelantado con el museo del vino de su Cooperativa, pequeño y no muy bien musealizado, pero que está ahí; también con la adquisición, pensando en ese fin, de las antiguas bodegas Rofemar, un magnífico edificio de 1892 con más de 500 metros cuadrados de superficie. La del Burbia cuenta con las enhiestas chimeneas de sus tres alcoholeras, una Calle del Agua salpicada de típicas bodegas, algunas de ellas susceptibles de musealizar y un proyecto de Universidad del Vino, no materializado. Camponaraya puede igualmente aspirar al museo, pero ha de solicitarlo lealmente. Todos los aspirantes deben discutir el lugar más adecuado y el Consejo tomar la decisión más justa y de interés general ¡No más guerras del vino, por favor!