Diario de León
Publicado por
J. F. Pérez Chencho
León

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No son como las doce campanadas del adiós a un año y bienvenida al siguiente. A medianoche se abrió oficialmente la campaña electoral para las municipales y autonómicas del 25-M. Cuando el reloj dio las doce campanadas, comenzó a hervir la olla política. La precampaña, larga e intensa, se quitó el ropaje de la publicidad subliminal y, desde ya y hasta la medianoche del día 23, los candidatos pueden colocar en sus cartelones, trípticos, hojas valanderas y todo tipo de presencia la palabra: «Vota». Es cuestión simple de matices. ¿Acaso las fotos en cuatricromía de Juan Vicente Herrera o de Ángel Villalba, uno garantizando su compromiso para que ganemos el futuro y el otro ofreciéndose como «presidente de todos y todas» difieren de lo que es campaña en estado puro?. Bien, la campaña ha comenzado y muchos miles de candidatos van a fajarse hasta el agotamiento: unos para repetir en el cargo de corregidor, procurador, edil o pedáneo; otros irán en busca de mejores resultados y no pocos intentarán meterse por primera vez en el tinglado. Las elecciones locales son las que más interés despiertan, quizá por ser las más cercanas, y las que configuran el gobierno de lo cotidiano.Es paradógico: mucho antes de estrenarse la campaña, lo más recurrente es el pacto. Lo ha resucitado José María Aznar abriendo el pacto frentista, antiguo y como de viejas sombras, entre socialistas e IU, y ha seguido la doctrina política y de estrategia el Partido Popular en bloque. No asumieron la modificación de la ley electoral y ahora piden que se respete el gobierno de la lista más votada. Temen a los pactos, aunque los amasó con éxito en la anterior legislatura, sobre todo a nivel nacional. El pacto y la política son indisociables. En el Ayuntamiento de León, sin ir más lejos, en todas las legislaturas, salvo en la anterior con Mario Amilivia, que ganó por mayoría absoluta, se ha gobernado con pactos. Puede repetirse la historia, casi con toda seguridad, después del 25-M. Pero no necesariamente como supone Mario Amilivia. Son tantas las posibilidades (en el Ayuntamiento de León, en otros muchos municipios de la provincia, en la Diputación Provincial y también en la Junta), que podría elaborarse un auténtico tratado. Pero seamos prudentes y dejemos que los bueyes sigan delante del carro. Ya están los carteles en la calle y, como ocurfre en el ciclismo, ha empezado la carrera contra el crono. Los prólogos anuncian que alguna formación tirará la casa por la ventana. Han rendido «sus cuentas y su gestión» con alarde de medios. ¿Quién dice que los partidos no tienen ni un duro?. Lo que es miseria en unos en otros es abundancia. Quizá es que sus responsables lo sacan hasta debajo de las piedras.

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