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Publicado por
Cesar A. de los Ríos
León

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Desde ahora hasta las generales del 2004 todo va a ser campaña electoral. Estas municipales y autonómicas son la primera parte de la carrera en que hemos entrado y sus resultados serán el gran argumento en la confrontación por la Moncloa.La prevención de la dirección del PP en no magnificar la trascendencia de estos comicios se debe a su afán por preservar la batalla por la presidencia del Gobierno como un hecho autónomo ante un posible avance del PSOE en esta convocatoria de mayo. Si bien es cierto que los problemas locales y regionales tienen muy poco que ver con el debate sobre la guerra de Irak, el hecho es que las encuestas reflejan tan sólo una recuperación parcial de la imagen del PP. La izquierda, sin embargo, va de ganadora. Aún más: necesita de forma imperiosa ganar. Se trata de una oportunidad única. Ahora o nunca. Porque ¿acaso podría soñar el PSOE con unas condiciones tan favorables como las creadas por la catástrofe del Prestige y las movilizaciones masivas en defensa de la paz? Una derrota de la izquierda en los ayuntamientos reafirmaría al PP y le permitiría vender bien su política económica, la relevancia conseguida en política internacional y su imagen como bastión del constitucionalismo no sólo frente a los nacionalismos sino frente al propio PSOE. Pero si es verdad que las municipales y autonómicas tienen el valor de unas primarias sería insensato decir que son determinantes. Aun habiendo ganado el partido socialista las alcaldías de Madrid o Valencia, resultaría muy arriesgado para muchos electores confiar la economía, la política de emigración, el orden público y la defensa del Estado autonómico a Zapatero, que además, tiene la audacia de desafiar con la coalición social-comunista como la califica Aznar. Es decir, muchos electores podrían contentarse con el castigo al PP en la cabeza de sus candidatos municipales. Otro es el desafío que representan los comicios en el País Vasco. Una victoria del PNV, previsiblemente arrolladora a partir de la ausencia de Batasuna, podría llevar a la precipitación del proceso soberanista lo cual provocaría un clima de incertidumbre general y, por lo mismo, un fortalecimiento del PP como la única opción partidaria capaz de garantizar la cohesión nacional. Quiero decir que, a mi entender, el PP sigue apareciendo como la solución cuando aparecen los grandes problemas. Pero de momento el desgaste de imagen provocado por el Prestige y la guerra de Irak puede saldarse en estas supuestas primarias que lo serían más por la creación de condiciones subjetivas que por su capacidad para dar un vuelco al poder central.

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