Diario de León
Publicado por
Camino Gallego
León

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Nada menos que 23 años hacía que la Virgen del Camino no venía a la capital, pero yo tenía todavía en la retina la imagen de la patrona cruzando el puente de San Marcos precedida de altos pendones que ondeaban al viento. Por eso acudí también esta vez al mismo sitio para presenciar su llegada. A las siete de la tarde en la plaza de San Marcos había bastante gente, porque tan gran explanada es difícil verla llena. Se buscaba la sombra mientras todos miraban hacia el puente, abarrotado, por el que debía entrar. Llegó casi una hora después de lo previsto y pasó bajo su propio pendón antes de ser llevada a las puertas de la iglesia donde se le cambió el manto y la corona y se le subió a un trono de los que se utilizan en Semana Santa, para poder así ser portada por más braceros, ya que hacia la ciudad sólo la traían seis. También se demoró aquí más de lo previsto y con la nueva parada en San Marcelo, lo cierto es que la imagen no llegó a la Catedral hasta las diez de la noche. La espera se había hecho larga, hasta el punto de que muchos de los que intervenían en la procesión se habían cansado ya y cuando la Virgen llegaba ante la Pulchra ellos hacía rato que recuperaban fuerzas comiendo en una terraza de la plaza San Martín. Fueron muchos miles de personas los que el sábado vieron a la «reina y madre del pueblo leonés», como reza su himno, pero hubieran sido más con esperas menos dilatadas. En la Catedral la megafonía debió utilizarse antes para dejar oír el himno, que hubiera sido cantado por muchas más personas, de haberse escuchado y no tener que ir cada uno a su ritmo. Eso, si la cháchara de muchos de los presentes y el ruido ensordecedor de los «kañeros» de la plaza Mayor no hubieran contribuido también a deslucir el acto. No entiendo la coincidencia horaria de ambas cosas y menos todavía que se permitieran los decibelios de más con que los grupos obsequiaron a toda la ciudad, porque ya de madrugada en toda se escuchaba.

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