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Publicado por
León

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LAS modalidades de sistemas electorales únicamente suelen ser objeto de atención por parte de los políticos en coincidencia con las llamadas de los ciudadanos a las urnas y, sobre todo, durante el desarrollo de las campañas. En los períodos entre elecciones pocos parecen acordarse de las ventajas de la representación proporcional, de la mayoritaria o de las correcciones de la regla D"Hont, pero cuando se acercan los comicios se reabre el debate y, de paso, se desempolvan las teorías sobre la igualdad de condiciones para los participantes -incluidas las relacionadas con el acceso a los medios de información públicos y al control de sus contenidos informativos- y, de manera especial, se proponen listas abiertas siempre por parte de los partidos que están en la oposición y que llegados al poder nada hacen para llevar a cabo tal reforma. Ya existen listas abiertas para el Senado, y aunque los resultados no suelen ofrecer grandes diferencias con el voto en las nóminas preparadas por los partidos para el Congreso sería, efectivamente, deseable que los posibles matices de adhesiones y rechazos personales también pudieran recogerse al elegir diputados, parlamentarios autonómicos y concejales, a pesar del mayor trabajo que el complejísimo recuento supondría para los integrantes de las mesas. Los electores seguirán escuchando la cantinela de la conveniencia de las listas abiertas cada vez que se celebren elecciones pero, a continuación, previsiblemente también permanecerán a la espera de que se articule un sistema que permita superar el bloqueo de las candidaturas y, por tanto, los eventuales excesos de poder de los partidos.

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