... Y Aznar «resuelve» la vivienda

En eso tiene razón Zapatero: siete años de gobierno, 365 consejos de ministros, y sólo un día se acuerdan del problema de la vivienda. El día, ciertamente, estuvo bien elegido: cuando sólo quedaban 48 horas de campaña. Estas cosas ocurren. Cuando se trata de pelear por el voto, a los gobiernos y a los partidos se les despiertan sus dormidas inquietudes sociales. Y se les aparecen, de forma milagrosa, las soluciones que antes eran imposibles. Ante la vivienda, todos los gobiernos -no sólo los de Aznar- se especializaron en una terapia: mirar para otro lado. Si era inasequible, ellos no tenían nada que hacer: era culpa del mercado. Si sus precios subían escandalosamente, eran el síntoma de una sociedad rica. Y la promoción oficial descendió porque, claro, una sociedad tan opulenta no tenía que ser humillada con pisos baratos, ni podía vivir en el mismo portal que los necesitados de ayuda pública. Eso fue válido hasta ayer. Ayer, Aznar encontró el paraíso. Habrá rebajas fiscales para la vivienda de alquiler. Quedará libre de impuestos la donación a los hijos. Y alguna cosa más. Tiene todo el aspecto de que se miró la oferta socialista y se decidió, por lo menos, igualarla. Está claro que la subasta de beneficios para ganar la voluntad del indeciso se mantiene. Una de tres: o se despertó de repente la intención social, o las encuestas siguen anunciando empates técnicos, o se hace preciso tapar con ladrillos la «resurrección» del tema de la guerra. Lo único que ocurre es que, si Aznar gobierna la nación, ésas debieran ser medidas para todo el país. Si se condiciona, como se hizo, al hecho de «que gane el PP», es una compra descarada del voto. Y siembra, además, una grave discriminación: habrá españoles de primera en las comunidades donde gobierne el PP, y ciudadanos de segunda donde gobiernen otros partidos. No es ilícito, pero es poco presentable. Una discriminación así nunca puede ser creada por quien es, supongo, el presidente de todos los españoles.