Futboleros

POR fin acaba la campaña de las elecciones municipales y autonómicas y empieza la de los clubes de fútbol que deben renovar sus presidencias. Ya verán como la juerga va a ir a mayores. Miedo me da, porque las ideas que los futboleros ponen en marcha para ganar la poltrona suelen ser mimetizadas por los políticos en sus ofertas propagandísticas. A saber. No hay candidato a la presidencia de un equipo de fútbol que no ofrezca el fichaje del siglo si es elegido. En la política pasa algo parecido. ¿Se acuerdan ustedes de Garzón, Damborenea, Ana Belén o Júlio Iglesias? Adornos para una campaña electoral, cuya rentabilidad contada en votos está aún por demostrar. Pero bueno, lo de las estrellas fugaces y las piezas de museo tiene un pase. Ahora bien, temblad malditos con la ocurrencia que se han sacado de la manga los candidatos del Valencia C.F.: «compra de acciones a sobreprecio para suplantar las urnas». Dicho de otro modo: «colegios electorales de ahorro» donde los votos se convierten en cheques al portador de a cien mil. Menos mal que, de momento, nadie se ha atrevido a tal desmán, aunque todo se andará si alguien decide acudir a algún ejemplo sudamericano. Cierto es que los políticos ofrecen en campaña el oro y el moro. Si fuera verdad lo que dicen, todos nos levantaríamos, como el buen Lara, a las once, llevaríamos a nuestros hijos al colegio de etiqueta, viajaríamos al Caribe y compraríamos una casa con unos intereses tan bajos que el banco tendría que darnos la vuelta. Menos mal que en los mítines sólo se regalan abanicos de cartón, globos baratos, llaveros y otra suerte de quincallería.