FRONTERIZOS
Era por mayo (y 4)
HAN repartido condones y plantas, empanadas y bollos, infografías y autógrafos..., y abrazos, cientos, miles de abrazos, que bien pareciera este mayo festival hippie de buen rollito, paz, amor y canuto más que campaña a cara de perro, que para eso ya están los líderes nacionales con el «Prestige» y lo de Irak, que no acaba uno de encontrar la relación de asuntos tan enjundiosos con lo de la acera de mi calle y el «cómo va lo mío» de la cosa municipal pero que por ahí han ido los tiros en los telediarios del calor adelantado y los cerezos floridos, con los candidatos remangados sirviendo cañas, que lo de los mítines a palo seco ya no funciona y la parroquia selecciona por el pincho, como a la hora de los vinos; aunque el personal, harto quizá de «pongesures» y similares se ha tirado esta semana a presentaciones de libros sobre las fosas que ya no alimentan amapolas en las cunetas, de documentales sobre el guerrillero que sigue vivo después de haber muerto dos veces y de películas en gallego que intentan sin éxito trasladar a imágenes la poesía comprometida de Rivas, lugares donde se ha visto mucho votante pero poco aspirante; aunque la docena de lectores locales anda como loco buscando ese libro del desconocido ponferradino Migoya que dicen los talibanes de lo políticamente correcto que hace apología de la violación, publicitando lo que no es más que un mal relato y confundiendo el culo de la realidad con las témporas de la ficción. El caso es que todo esto nos ha dejado este mayo color urna que hoy acaba con un fundido a negro ambientado por Zeca Afonso: «...o povo é quen máis ordena».