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Publicado por
León

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A nueve meses de las elecciones generales, el Partido Popular ya ha designado enemigo: se trata de Rodríguez Zapatero. No parece que tenga otro sentido la explicación que Aznar ha dado de los resultados: «Zapatero ha fracasado en su estrategia y en la elección de personas». A esa frase hay que añadir otra de Ruiz Gallardón: «El resultado de Madrid es un fracaso personal de Zapatero». No parece una inocente coincidencia escuchar esos dos diagnósticos el mismo día. En política nunca hay casualidades. Suena a consigna interna. ¿Y por qué esa dura ofensiva directa contra el secretario general del PSOE? Es de libro: lo primero que tiene que hacer un partido cuando las urnas se aproximan es deteriorar al principal valor del adversario. El PSOE tiene tres valores: ideología, aunque sea difuminada, base social y liderazgo. La ideología fue combatida con frases que harán historia como «detrás de la pancarta no hay nada», «están en pelota», o «en pelota picada». La base social es fiel: ni en los peores momentos de corrupción y GAL le ha fallado al PSOE. Ahora se trata de impedir su crecimiento, presentando a los dirigentes socialistas como «radicales». Y queda el líder. Por primera vez en diez años, se pudo escribir que unas elecciones lo han consolidado. El propio Zapatero y José Blanco presentan los resultados de esas elecciones como un triunfo del nuevo equipo, frente a los fracasos anteriores. Por lo tanto, el PP hará lo imposible por destruirlo. Tengo la intuición de que esa operación de acoso y derribo ha comenzado ya. Se tratará ahora de deteriorar su moral. Se le presentará como un perdedor. Se aprovechará cualquier pacto con IU para volver a agitar el fantasma del miedo al comunismo. Y, si hay acuerdos con el PNV, será acusado de falta de sentido de Estado. De momento, ya se le hace responsable de la «derrota» del día 25. La operación se llama «destruir a Zapatero». Es decir, desestabilizar al adversario. Así se gana mejor.

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