Tiempo de pactos

ES TIEMPO de pactos. Son necesarios en 54 municipios de la provincia para hacerlos gobernables. Entre ellos, el primer municipio provincial: León capital. En el Ayuntamiento de León parece evidente que el mandato de los electores es que gobierne Mario Amilivia. Ha perdido un concejal, sí, pero continúa ostentando la mayoría. Con independencia de lo que pueda pasar en el próximo futuro, ahora debe gobernar. Yo no satanizo a los pactos, ni mucho menos. Sólo me repugnan los antinatura, que diría Fraga. En el caso concreto del primer municipio leonés, el gran dilema es de la UPL. Por un lado está el tema personal de José María Rodríguez de Francisco, acostumbrado a ser edil que corta el bacalao en el equipo de gobierno. En su bolsillo está la llave de oro que abre el portalón del poder local. Por otro, pesan los intereses de la UPL, que ha recibido la sanción en las urnas por su alianza con el PP. No se equivocaron los ciudadanos en las urnas, quiá, se equivocó la dirección leonesista por avalar un pacto con el Partido Popular. Cuanto más persista en dicha alianza, más percibirán los ciudadanos su condición de satélite, que de partido con propia personalidad. Dicho en cristiano: que siga Mario Amilivia como alcalde, no le perjudica a él, pero sí a la UPL. Los resultados de Ponferrada y San Andrés del Rabanedo se comentan por sí sólos: mayorías absolutas inapelables. El PSOE de Ponferrada debe reflexionar sobre el tipo de oposición ejercido en los últimos años. También la ejecutiva provincial y su terca imposición de una Gestora. ¿Desde cuándo ha ganado un partido que afronta el periodo electoral con las heridas abiertas?. Al PP de San Andrés del Rabanedo le pasa algo de lo mismo. Cada vez que manda como candidato a un nómada, le dan garrotazo en la cresta. En el cuarto ayuntamiento de la provincia, Villablino, se está preparando lo más insólito: un acuerdo de IU y PP para quitar la alcaldía a la lista más votada: la socialista. Un acuerdo impresentable. No sólo por su condición de «antinatura», sino porque se apedrea la voluntad de los electores, que dijeron lo contrario. Guillermo Murias tenía mayoría absoluta y las urnas han avalado a otra candidatura con más votos. Le han dicho con claridad que no le quieren de corregidor. Este caso no se parece en nada al de Amilivia en León, o al de Juanjo Perandones en Astorga, que han perdido -el primero un concejal y el segundo la mayoría absoluta- pero siguen siendo los más votados. En Villablino se presentó un auténtico desconocido y ha ganado a Murias. Un desconocido y virgen en política, como lo demuestra con su oferta de un pacto tripartito. O sea, gobernar sin oposición. Y si alguien mueve el abanico, mejor aún. Es tiempo de pactos, pero las direcciones provinciales de los partidos deben pronunciarse cuanto antes. Que no llegue el día de la constitución de las corporaciones -el próximo día 14- y se escuden en la sorpresa de un voto fugitivo. La coherencia se demuestra andando.