Diario de León

EL RINCÓN

Después del desenlace

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL PRESIDENTE de EEUU, Bush, y el de Francia, Chirac, han tenido sus más y sus menos -siempre más el americano-, pero se ha reconciliado en la cumbre de Evian. En algunas fotografías aparecen cogidos de la manita y tan contentos. Pelillos a la mar, que es el morir de tantos y tantos iraquíes colaterales. La complicidad es siempre un vinculo más fuerte que la amistad y los países más poderosos del mundo están obligados a llevarse bien si quieren seguir llevándoselo crudo. Jacques Chirac le ha propuesto a su colega que amplíe el club de las naciones opulentas y, si cuaja el proyecto, el G-8 puede convertirse en el G-20. Hay doce países en desarrollo que pueden ingresar en el distinguido club, que como todos los clubes será menos distinguido en la medida que admita más socios. Lo importante es que ha surgido una idea que calificará de utópica los que ignoran que todo avance de la humanidad, antes de serlo, fue una utopía. El presidente francés propone una tasa sobre la venta de armas contra la pobreza. Los impuestos serán individuales, pero en definitiva se trata de cambiar pistolas por bocatas, o sea, conseguir que el que compre un artilugio hecho para matar contribuya a que otros no se mueran de hambre. Ese es el enemigo común: el hambre. Entre todos podría ser derrotado, pero se alista poca gente en esa guerra, que es la única lícita. Por unas cosas o por otra, pero casi siempre por las mismas -porque el territorio es más rico o porque la tribu que lo habita evolucionó antes- el caso es que la desigualdad entre las naciones pone los pelos de punta. Soñó Pablo Neruda «un vapor oceánico de sopa y una panoplia de cucharas», pero el sueño está lejano. Algunos países están al plato y a las tajadas y tres cuartas partes de la humanidad no tiene mesa ni mantel ni nada que poner encima. El presidente de Brasil, Lula da Silva, quiere crear un Fondo Internacional de Lucha contra el Hambre. Los antiglobalización se desgañitaban gritando «ellos son sólo ocho; nosotros millones».

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