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DESDE LA CORTE

Del infinito al cero absoluto

Publicado por
FENANDO ONEGA
León

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VAYA POR Dios. El Partido Popular ha ganado las elecciones en Cantabria y le han birlado el gobierno. Desaparece uno de sus triunfos en la contabilidad del 25-M. Me gustaría ver por un agujero la cara de Aznar. Me gustaría verla, porque ese pacto cántabro tiene todos los ingredientes para sacarle de sus casillas. Lo puede considerar un hurto, visto el lenguaje de las urnas. Una traición, dado que el señor Revilla fue su aliado hasta hace unos días. Una burla del sufragio, porque el mismo Revilla subió en escaños, pero su partido es el menos votado. Un mal síntoma, porque eleva al poder a un regionalista. Una maniobra rastrera de los socialistas, que sólo sueñan con quitarle poder al PP. Una feria, porque se ha subastado un gobierno. Todo eso y mucho más habrá pensado el presidente del Gobierno. Y, si lo ha pensado, no le falta razón. Si los regionalistas cántabros simplemente hubieran cambiado su apoyo, no pasaría mucho. Pero es que el PSOE se ha prestado a un cambalache cuyo único objetivo es apartar al PP. Como máximo, conseguir algunas consejerías, que siempre permite colocar a algunos militantes. Y eso es poco presentable. Que el gobierno de una comunidad autónoma sea presidido por el menos votado, es legal; pero le falta mucha legitimidad moral. Maniobras así, en busca del poder por el poder, supongo que están en la base del desencanto popular y la abstención. Les han llamado «trileros». Casi parece un piropo. Más allá de la irritación, se plantea una cuestión de fondo: el PP tiene cada día menos con quien pactar. De hecho, y exceptuado el País Vasco, sus opciones se reducen a los independientes de Ferrol. ¿Han pensado en eso los responsables de ese partido? Es grave. Está «condenado» a tener siempre mayoría absoluta para mantener gobiernos municipales y autonómicos. Y eso significa ni más ni menos que lo siguiente: una ventolera política, un cambio de tendencia, lo puede hacer pasar de su inmenso poder actual al cero absoluto. Tardará, por lo menos, cuatro años en ocurrir. Pero puede pasar. Eso es lo mas importante del aviso que lanza lo ocurrido en Cantabria.