DESDE LA CORTE
Tocan los redaños del Supremo
LA REBELDÍA se ha consumado. Los nacionalistas vascos se han puesto de acuerdo para desobedecer al Supremo. Han hecho una triquiñuela llena de astucia, pero también de presunción de delito. Una maniobra tan sencilla que se veía venir con esta cadencia: el Supremo da a Atutxa un plazo de cinco días para disolver Batasuna; Atutxa cumple, en apariencia, se quita del medio y traslada la decisión a la Junta de Portavoces, que se hace responsable del «no». El desafío era evidente: el Supremo había demostrado coraje para iniciar la vía de procesamiento de Atutxa. No lo tendría para enfrentarse a Fuenteovejuna. ¿Cómo se diría en román paladino? Que nadie se escandalice, pero suena así: «A ver si el Tribunal Supremo (un «tribunal extranjero», como dice Arnaldo Otegi) tiene huevos para procesarnos a todos». Esa es la intención. Atutxa se presentaría ante el juez con su mejor cara: «Señor juez, yo soy inocente, yo cumplí su mandato y sus instrucciones, hice lo que estaba en mi mano, pero los portavoces no han querido seguirme». Un poco infantil. De momento, en lo que se refiere a los redaños del Supremo, lo que han hecho los nacionalistas ha sido tocárselos. Dicho algo más fino, han planteado un pulso. Esto no es sólo un grave conflicto institucional, como dijo Rajoy, sino un pulso, el más serio la historia de la democracia. Y un pulso al Estado de Derecho. Se trata de aparentar soberanía ante el pueblo nacionalista y de medir la fortaleza o la cobardía del Estado. Ni más ni menos, por muy revestido que esté de teorías sobre la separación de poderes. ¿Consecuencias? Vamos a verlas. De momento, lo único claro es que hay una rebeldía, que ya no practica un solo hombre, sino todo el nacionalismo, en una estrategia preparada. Y el destino de una acción así es que se responda con toda la autoridad del Estado. ¿Veremos procesados a los portavoces de PNV y EA? Que nadie lo descarte. Cuando el agua llega a los redaños, ya está mojado el trasero. Pero, antes que ellos, veremos al señor Atutxa. No habrá un juez que se trague su papel en la comedia.