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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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A HILLARY Clinton le han dado ocho millones de dólares en concepto de anticipo por un libro contando su vida, que no interesaría a nadie si, en vez de estar casada con un ex presidente de los Estados Unidos, hubiese permanecido soltera. De momento, se hará una edición de un millón de ejemplares, cifra que jamás soñó Faulkner. Se teme que si no ha acudido a ningún «negro» para demostrar que no es racista, la prosa de la ex primera dama no la convierta en una de las primeras escritoras de su país. El título del best-seller es horrible: «¿Por qué me mentiste?». Acaso Hillary ignore que los hombres, aunque no todos ya que se libran algunos y los solteros en especial, se dividen en niños y adúlteros. Lo que no está bien que se conozca es que el deber de todo marido acusado es el de morir negando. ¿A qué viene esa pregunta de por qué le mintió? Le mintió por no darle un disgusto, por no confesarle que la carne es débil, por no presumir de conquistador -una cosa que jamás hace un caballero- y por mil razones más, todas en defensa propia. ¿Qué quería Hillary, que cuando su marido saliera del despacho oval le contara que todo le había salido a pedir de boca? El más perjudicado de la historia es Bill Clinton. Le acosó hasta la extenuación la terrible derecha norteamericana, llena de puritanismo y de hipocresía. Le acusaron de hacer algo que ellos ni habían hecho nunca ni pensaban volver a hacerlo. Total por unos rápidos momentos de placer, ya que aunque Norteamérica era el país más poderoso del planeta, el orgasmo allí tampoco dura como su himno nacional. Si bien se mira por el ojo de la cerradura del citado despacho, la que salió más favorecida fue la becaria Mónica Lewinsky, que pasó súbitamente a la fama y también escribió un libro horrendo y dio muchas conferencias. Después de su relación inadecuada, lo de hacerse millonaria también estaba chupado. El único que no sacó nada fue Clinton. Salvo lo imprescindible, claro.