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Publicado por
RAMÓN MARÍA ALLER
León

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POR LA MÍNIMA, el Partido Popular recuperó el Gobierno de Baleares y, también por la mínima perdió el de la Comunidad de Madrid. Jaume Matas y Rafael Simancas serán los máximos prebostes en ambas regiones durante los próximos cuatro años, pero no serán los únicos beneficiarios de los resultados electorales del 25 de mayo: están en juego otras muchas prebendas que serán ocupadas por gentes ansiosas de volver a gustar las mieles del poder. Consejerías, asesorías, consejos de administración (presidencias incluidas) de empresas públicas y también de importantes empresas financieras tendrán, muy probablemente, nuevos titulares y, por consiguiente, serán otros tantos quienes pierdan esos destinos digitales. Es decir que lo que constituye un premio de consolación para unos se convierte en un auténtico disgusto para otros y, en ocasiones, en un problema para sus propios partidos, porque al cesante conviene darle algo para consolarle o, por lo menos, ofrecerle expectativas, ya que, en otro caso, se corre el riesgo de convertirle en un crítico. Los políticos son servidores del pueblo pero, de paso, tienen que vivir, del mismo modo que los médicos sirven a sus pacientes, los profesores a los alumnos y, en general, los funcionarios a los administrados. Mientras médicas, profesores y funcionarios acumulan trienios y consolidan su puesto de trabajo, los políticos, en cambio, están sometidos, no sólo al dictamen de las urnas, sino al favor de los dirigentes de sus propios partidos, porque al que cae en desgracia con su líder está claro que le puede ir mucho peor que al cesado a causa de las elecciones.

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