Diario de León

DESDE LA CORTE

Lección política en Álava

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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AHORA vemos las injusticias que se cometen en una campaña electoral. Cuando José María Aznar habló en San Sebastián hizo una de esas preguntas suyas de tanto éxito mediático: qué iba a hacer el Partido Socialista con sus votos vascos. El presidente insinuaba que los pondrían a disposición del PNV, sólo por quitarle poder y presencia al Partido Popular. A algún dirigente histórico del PSOE le dolió mucho esa maldad de Aznar: «¿A quién quería hacer daño?», se lamentaba. «¿A los constitucionalistas, o al soberanismo del PNV? ¿Por qué ataca al PSOE en San Sebastián, cuando los constitucionalistas podemos ganar esa alcaldía?». Es evidente que Aznar buscaba el voto más próximo, que es el españolista. Si no podía quitarle un solo sufragio a los nacionalistas, la forma más fácil que tenía de crecer era a costa de sus vecinos, socios, amigos, firmantes solidarios del Pacto por las Libertades y, encima, comprometidos con la misma forma de entender la Constitución y el Estado. Pero en esos momentos de electoralismo no se tiene visión de futuro. Hasta el político más frío se deja llevar por la fácil rentabilidad del corto plazo. Recuerdo este episodio al conocer que los socialistas dejarán gobernar al PP en la ciudad de Vitoria y en la Diputación de Álava. El partido de Rodríguez Zapatero aspiraba a presidir esa Diputación. Consideraba que el PP ya lleva ocho años gobernándola con su apoyo, y había llegado la hora del reparto. Necesitaban dar esa satisfacción a una militancia fiel, que nunca ha olido poder. Pero el PP no atendió esas razones, no supo ser comprensivo con el socialismo, y se arriesgó a que gobernara la lista más votada que, por cierto, es la nacionalista. ¿Quién cedió al final para que no hubiera una presidencia del PNV? El PSOE. «Sin nada a cambio», dice Zapatero. Yo creo que sí ha habido un premio: la satisfacción moral del reconocimiento de un acto de generosidad. En cambio, las palabras de Aznar en San Sebastián quedan como reflejo de un gran egoísmo de partido. Y los hechos de Álava demuestran claramente que, además, encerraban una injusticia.

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