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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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LA ALTA tensión entre el nacionalismo vasco y el Estado español se adelanta tres meses a la fecha prevista, que era el inicio del otoño, para manifestarse en este final de primavera. En septiembre ofrecerá el lendakari Ibarretxe las primicias articuladas de su 'plan soberanista', que habría de recorrer una larga trayectoria parlamentaria, por lo que las tensiones políticas que originará sin duda discurrirán sin plazos inflexibles, siempre traumáticos. El plazo de cinco días, sin la más mínima flexibilidad adosada, que ha fijado el Tribunal Supremo al Parlamento vasco para la disolución del grupo Sozialista Abertzaleak vencerá el sábado próximo, pues Atutxa no recibió la providencia por correo ordinario hasta ayer, cuando empezó la cuenta atrás. Esa providencia no esperaba respuesta del destinatario, aunque Atutxa se apresurara a elaborarla, exponiendo las sutiles explicaciones de la desobediencia, por lo que la Sala correspondiente del Supremo va a reunirse el jueves para estudiar la posibilidad de presentar una querella, a instancias de la Fiscalía General, contra el presidente de la cámara vasca y, en su caso, contra los miembros de la Junta de Portavoces que han favorecido con su voto el incumplimiento de una sentencia judicial. Todo nacionalismo necesita héroes de referencia, sea un hombre tan poco congruente como Sabino Arana o como pudiera ser Atutxa, si el presidente del parlamento de Vitoria fuera procesado. Se espera, sin embargo, que el problema se enfoque como un conflicto interinstitucional, que debiera analizar y resolver el Tribunal Constitucional, si la Fiscalía recabara su dictamen, o que el Supremo diera al asunto una salida nada dramática, multando a Atutxa y resolviendo que fueran nulos todos los actos parlamentarios en los que interviniera con su votos Sozialista Abertzaleak. Eso podría afectar a la aprobación de los Presupuestos vascos para el 2004, lo que tampoco inquieta demasiado al Gobierno de Vitoria. Ha sido el fuero y no el huevo lo que ha originado este pulso del nacionalismo al Estado español y, en cierto modo, al Estado de derecho, pues el grupo que el Supremo ha ordenado disolver no abandonaría sus escaños sino que se limitaría a trasladarlos al grupo mixto. Pero del fuero siempre hacen los nacionalismos cuestión de honor, por lo que Ibarretxe alaba y apoya la actitud de Atutxa, y se enorgullece de ellas, mientras pide diálogo al PP y al PSOE para buscar una salida.