TRIBUNA
Gordón Ordás no quiso que Puertamoneda llevara su nombre
DURANTE dos semanas, los catorce días que transcurren entre el 24 de noviembre y el 8 de diciembre de 1932, la calle Puertamoneda de la capital leonesa llevó el nombre de Félix Gordón Ordás. El homenaje le había sido rendido por un grupo de vecinos y fue él mismo quien rechazó este honor. En esos finales de 1932 el nombre de Gordón Ordás se repite con insistencia en las Actas municipales. Cuando empieza noviembre, y con motivo de un homenaje que le va a ser tributado, el Ayuntamiento trata en sesión si debe enviar oficialmente una comisión del mismo al banquete en su honor. El alcalde Miguel Castaño y el concejal Enrique Pallarés son los encargados de representar a la Ciudad, y dos semanas después, el 17, Castaño informa a la Sesión sobre el mismo indicando que en él «se ha enaltecido el nombre de León y del ilustre coterráneo, honra de la cultura española». En la misma Sesión y al tratarse un capítulo de obras a realizar, Miguel Carro propone la inclusión del adecentamiento de la Cerca medieval «porque Gordón Ordás, donante de unas cantidades que han de destinarse a las obras, tiene interés en dicho arreglo y el de una parte de la calle Puertamoneda». Era la calle Puertamoneda un lugar de especial significado para el político leonés por ser el lugar donde había nacido el 11 de junio de 1885, en el inmueble que entonces llevaba el número 22. Por eso precisamente un grupo de vecinos elevó al Ayuntamiento una instancia proponiendo que dicha calle cambiara su nombre por el de su hijo más conocido y popular entonces: Félix Gordón Ordás. Y en la Sesión del 24 de noviembre de 1932 se decidió unánimemente que así fuera. Miguel Castaño, Victorino Vizoso, Juan Antonio Álvarez Coque, Baldomero Lobato. Enrique Pallarés, Francisco Pérez Cabo, Mariano Miaja, Miguel Alonso Cil, Agustín Alfageme y Agapito Fernández participaron en aquella Sesión municipal que modificó el nombre de la calle. Poco esperaban ellos lo que sucedió a continuación. El Ayuntamiento remite un oficio a Gordón Ordás, fechado el 26, comunicándole el acuerdo, pero éste de inmediato, con fecha del 30 y desde Madrid, escribe una carta de agradecimiento y de renuncia del honor. El mensaje, que se trata en la Sesión del 8 de diciembre, dice así tras las cortesías iniciales: «No creo necesario expresar con grandes extremos mi sincera gratitud a los iniciadores de la idea y concejales que la votaron por la cariñosa intención que revela. Pero después de esta cordial expresión, he de renunciar, con criterio firme y decidido, a ese excesivo honor no sólo porque nada en mi vida puede justificarlo, sino también porque repugna a opiniones mías antiguas. Creo, en efecto, que jamás debieran ponerse a las calles nombres de personas, ni aun en casos de tratarse de individualidades verdaderamente extraordinarias. Hay, a mi juicio, otras maneras más estimables para honrar a los hijos ilustres de los pueblos que ésa de ir borrando los nombres tradicionales y castizos de las calles para colocar en sus sitios tarjetas de ciudadanos. Pero además, en mi caso, ni siquiera se da la circunstancia de tener que honrar nada que se destaque de la labor cotidiana de un hombre trabajador. Déjenme, pues, con la conciencia tranquila para poder ir a «mi» [entrecomillado en el original] calle de Puertamoneda como he ido siempre, y no den lugar con su decisión a que calle tan mía deje de serlo precisamente desde el día infausto en que le pusieron mi nombre. Confío en que Vds. respetarán este escrúpulo mío, a cuyo efecto, deseo fervientemente que en la primera Sesión que celebre esa Excma. Corporación después de darse lectura a estas líneas, me honren Vds. de verdad anulando el acuerdo anterior para el cual es tan profundo mi reconocimiento como el propósito de rechazarlo». Quienes participaron en aquella Sesión del 8 de diciembre (el alcalde Miguel Castaño, Vizoso, Coque, Lobato, Fernando Morán, Alfageme, Agapito Fernández, Vicente Valls y Enrique Gatón) se encuentran en la tesitura de tener que aceptar los deseos de Gordón Ordás, y por unanimidad se decide restablecer el nombre de la calle Puertamoneda. Pero quedaba en la Corporación el deseo de tributarle un reconocimiento público, e inmediatamente Victorino Vizoso, primer teniente de alcalde, propone su nombramiento como Hijo Adoptivo de León, sugerencia que fue aceptada en aquel momento y aprobada por unanimidad. Habrían de pasar muchos años, veintitrés después de su fallecimiento, para que Gordón Ordás diera su nombre a una calle. Fue en el Pleno de 7 de junio de 1996, durante el primer mandato del alcalde Mario Amilivia, cuando la Corporación, también unánimemente, dio el nombre de Gordón Ordás a una calle de Eras de Renueva, que empieza en la calle Reyes Leoneses y termina en la Avenida de Peregrinos.