Nada cabe esperar

NADA se puede decir que no se haya dicho. Eso es lo más terrible en el secular conflicto de Oriente próximo: la ausencia de horizontes de racionalidad y de esperanza. La estrategia del horror, la intransigencia, el fanatismo, el ojo por ojo, son moneda de uso cotidiano. Si el martes eran los israelíes los que encendían más la ira palestina intentando acabar con uno de los máximos responsables de Hamas, ayer un atentado suicida causaba una espantosa masacre en pleno centro de Jerusalén. Sólo cabe esperar más ira y dolor.