Madrid es un rumor

MADRID es un rumor. Se cuchichean nombres de empresarios de la construcción que pueden tener conexión con el caso Sáez-Tamayo, es decir con la traición de estos dos socialistas a su partido. El PSOE se ha puesto a investigar, sus dirigentes están dispuestos a intentar dejar al descubierto a quienes están detrás de lo que parece una operación de corrupción política. A estas alturas parece claro que Simancas, Rafael, había levantado ampollas en ciertos sectores de los poderes fácticos madrileños, asustados porque el joven socialista se había propuesto gobernar desde la izquierda, es decir con un programa progresista. Dicen que algunos constructores no han querido que la derecha deje de gobernar, que temen por la operación limpieza anunciada por Simancas, de manera que se han propuesto que PSOE e IU no gobiernen. Los «golpes de Estado» contra la soberanía popular se dan de muchas formas, no sólo con tanques, también con dinero. De manera que a golpe de talonario se puede torcer la voluntad popular. Esto no sólo lo creen en el PSOE, esto es lo que se dice en este Madrid, capital del reino. La dirección socialista está herida, se nota en el gesto de Zapatero, en los hombros caídos al caminar, en el tono de voz. Se nota en las conversaciones de los diputados que no saben cómo explicar lo que les ha pasado y mucho menos cómo van a salir del embrollo. También se ha desatado una «caza de brujas», se buscan culpables, culpables por haber tratado con José Luis Balbás y los suyos, culpables por haberles convertido en gente de confianza. Pero Balbás tiene un largo recorrido y tiene mando en plaza desde hace años, con ellos han pactado todos, de los guerristas a los renovadores y también Zapatero. Quizá era necesario que se produjera un cataclismo político para que los responsables socialistas se decidieran por la catarsis expulsando de sus filas a gente que no responde al «patrón» de lo que debe de ser un socialista.