DESDE LA CORTE
Hay una carta para ti
NO HAY nada que no pueda empeorar, ni culebrón que no pueda tener más capítulos. Por ejemplo, en Madrid. Ayer apareció en la Asamblea la paloma mensajera de Tamayo y Sáez. Y traía tres felices nuevas. Una, que dichos señores existen. No han emigrado, ni los ha tragado la tierra, ni escaparon a Brasil con una maleta de euros. Otra, que piensan ocupar sus escaños, con lo cual están dispuestos a recibir las miradas de ira de sus compañeros durante cuatro años. Y la tercera es que no muestran la menor intención de renunciar a sus actas. Si al señor Simancas se le puede hacer una putada -perdón, pero las palabras son las que son- mayor todavía, estos señores se la hacen: le quieren tanto, que le van a votar. Aunque Simancas no quiera sus votos, ellos le harán ese cariñoso regalo. Yo no quiero perder esa sesión. Los silbidos se podrán oir en todo Madrid y regiones vecinas. Las caras van a ser de exposición de «Fotoespaña». Y los dos diputados de la fama tienen que estar haciendo ya ensayos de semblante de serenidad y conciencia tranquila. A Simancas, naturalmente, le entró un ataque de dignísima dignidad, de dignidad calderoniana, y dijo, con el mejor estilo de un melodrama venezolano: «Puedes guardarte tus besos». Lo que traducido al lenguaje político significa, «yo no gobierno con votos de corruptos». ¡Jesús, cuántas emociones! ¿Quién fue el Aznar que dijo que la democracia buena es la democracia aburrida? El patio se anima y se pone cachondo en cuanto la izquierda huele poder. Aquí te llevan del escándalo a la querella y de la querella al vodevil en horas 24. Pero lo más bonito es desenlace. Si Simancas, por un casual, es elegido con esos votos, tomará posesión para convocar elecciones. Y ahí empieza el siguiente capítulo del serial: si las elecciones las convoca Esperanza Aguirre, son «un fracaso de todos». Eso han dicho ilustres socialistas, desde Leguina a Felipe. ¡Ah!, pero si las convoca Simancas, son buenas y necesarias. La legitimidad de repetir urnas depende de quien llame a ellas. A lo mejor piensan que hay una prima para el convocante.