Dos trenes en la misma vía

CON EL vodevil de Madrid, como nos cae tan cerca, casi nos habíamos olvidado del drama vasco. Pero ahí está el Supremo con sus «injerencias escandalosas», que dice don Joseba Azkárraga, y nos refresca la memoria. En Madrid tenemos la carnaza, que tan bien se vende en el zoco, pero en Vitoria tenemos la realidad de la desobediencia. El Supremo lo intenta por tercera vez. Fracasado en sus anteriores asedios a la fortaleza batasuna en el Parlamento vasco, da otra vuelta de tuerca: las percepciones del brazo político del terrorismo son embargados. No deberán tener un local donde reunirse. Etcétera. En buena política y en mejor lógica, ésta debería ser la acción definitiva. A la tercera va la vencida, dice el refrán. Pero tampoco lo será. El Supremo puede decretar, pero la ejecución corresponde al señor Atutxa y a los órganos ejecutivos del Parlamento. Y ayer, como no habían recibido el auto, ni siquiera lo debatieron. Podemos temer lo peor: ese Parlamento se dispone a cerrar hasta otoño. Vacaciones parlamentarias, ya sabéis. A poco que se retrase el correo, no habrá ni ujieres para firmar el recibí. Las maniobras siguen dando resultado. Pero hay dos hechos nuevos. Uno, que si esta vez no se obedece, deberán ser procesados todos los desobedientes. Es el camino que el Supremo le marca al Fiscal. Otro, que el Gobierno vasco se ha puesto a azuzar la rebelión. El citado Azkárraga, que es consejero de Justicia, animó al Parlamento a seguir defendiendo su autonomía. Unos hablan de estado de derecho, y otros hablan de derechos autonómicos. Es la confrontación. El nacionalismo le ha perdido el respeto incluso a la Justicia. Son dos trenes que van por la misma vía en dirección opuesta. El Supremo no puede parar, porque lo empuja el imperio de la Ley, y está acelerando. El parlamento de Euskadi entiende que tampoco puede detenerse, porque iría en contra de los principios soberanistas. Se van a estrellar. Está anunciado que se van a estrellar. Los dos trenes son imparables. Y algo peor: están cortadas las líneas entre Ajuria Enea y Moncloa.