Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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PUEDE darse por seguro, de puro probable, que las pasadas elecciones autonómicas de Madrid van a repetirse en octubre. Es bien sabido que a un sector político/inmobiliario no le gustó el resultado del 25-M, que abría el Gobierno de la Comunidad madrileña a una coalición PSOE/IU. Y la deserción de dos electos socialistas ha sido la añagaza para crear en la región una situación de gobernabilidad imposible. Como efecto de ese sabotaje a la democracia, se repetirán las elecciones en otoño, a la espera de que gane la facción política preferida por los saboteadores. El mes de octubre va a estar abarrotado de política, y tal vez le falten días para acoger todos los eventos que se prevén. Además de dos o tres elecciones autonómicas -la repetida en Madrid, la normal de Cataluña y la posible anticipada de Andalucía-, en ese mes despegaría en el parlamento vasco el plan soberanista/independentista del lendakari Ibarretxe, con mucha tensión política derivada, que podría anticiparse incluso a los debates sobre los presupuestos, que el año pasado se aprobaron por la ausencia del líder «popular» Mayor Oreja. Y entre elecciones autonómicas, corrientes centrífugas de los nacionalismos periféricos y elecciones generales ya a la vista, discurrirían en octubre dos procesos sucesorios, el de Aznar obviamente, y el de Xabier Arzalluz, a quien le llega la hora del relevo. Un mes apasionante. Porque se dan actualmente en la política coincidencias de rasgos tan sibilinos y maquiavélicos que resulta preferible atribuirlas al azar que a un cerebro privilegiado y maligno, que estuviera moviendo a su antojo las piezas en el tablero democrático. El hecho de que puedan o vayan a coincidir en el tiempo las elecciones en Cataluña y en Madrid no supondría una ventaja, sino todo lo contrario, para el socialismo catalán, pues el PP intentará proyectar las actuales tribulaciones de los socialistas madrileños sobre las perspectivas electorales de Maragall. Si hace sólo tres meses no parecía que Aznar pudiera reponerse de sus muchos quebrantos, ahora no sólo se ha repuesto de ellos sino que está dando al PSOE una lección de estrategia, golpeándole sin la menor misericordia a base incluso sofismas dialécticos, como si frente a la responsabilidad socialista en el problema/escándalo de Madrid, el PP fuera un dechado de inocencia. Sea como sea, Aznar ha vuelto a adueñarse del proceso de su sucesión, ante el pasivo asombro de sus delfines y el estupor de la ciudadanía.

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