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FERNANDO ONEGA
León

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O SEA, que es como lo imaginábamos: constructor compra terreno rústico. Una vez hecho con la propiedad, liga a alcalde. Alcalde entra en la operación, y por arte de magia política, terrenos rústicos pasan a ser urbanizables. En ese momento, el valor del metro de terreno pasa de 24 euros a 420. Después se construye y que se mueran los pobres: los beneficios totales pueden alcanzar el billón de pesetas. Los antiguos alquimistas, que transformaban el plomo en oro, eran unos aprendices al lado de las tramas que ahora se están descubriendo. Eso se desprende de la querella que presenta la Fiscalía de Madrid contra un ex alcalde del PP de Alcorcón y los ya famosos «Pacos», los constructores Vázquez y Bravo, que son la última pareja de hecho de los negocios de este país. Hay varios aspectos llamativos en la querella. Uno, nada menor, que sea presentada por la Fiscalía de Madrid, cuyo jefe está enfrentado al Gobierno en la persona del ministro de Justicia. Otro, que el señor Bravo sea precisamente el que se mueve con franca libertad por la sede central del Partido Popular después de alquilar las habitaciones de un hotel a los diputados traidores del PSOE. El tercero, que el ex alcalde denunciado sea militante del Partido Popular. Y el cuarto, que todo esto salga en el momento procesal más oportuno: cuando llueven acusaciones de corrupción en la trastienda de la crisis política de Madrid. Tiene, por tanto, el aroma de alguna venganza y el aspecto de que alguien ha decidido tirar de la manta y que haya porquería para todos. A las acusaciones de corrupción en las filas socialistas se corresponde con una denuncia en toda regla de corrupción en algunos niveles del Partido Popular. Habrá mucho que escribir sobre esto, pero huele a que se está punto de llegar al origen del escándalo. Desde luego, quienes no han tenido inconvenientes para montar esta trama, ¿por qué no iban a intentar controlar el urbanismo de la Comunidad? Las mafias no se detienen en nada. Y quien sueña con un billón de pesetas de beneficio no tiene límites a su ambición.

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