Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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NO SORPRENDE tanto el deterioro de Zapatero por la defección de dos electos socialistas a la Asamblea de Madrid como el fortalecimiento de la figura de Aznar por esa felonía y sus escandalosas derivaciones inmobiliarias. Si las tribulaciones de Zapatero responden a la lógica de los hechos, la vigorización de Aznar sólo se explicaría por la ley de las nivelaciones políticas, frecuentemente injusta. Y sería injusta esa ley porque, en el último año, los abundantes errores del Gobierno «popular» no se habían traducido en un ascenso del PSOE a la cima de las expectativas electorales. Bien es cierto que hace poco más de un mes no se descartaba una victoria de los socialistas en las elecciones generales del 2004, aunque vislumbrándose al mismo tiempo una victoria del PP sin mayoría absoluta. Pero ha bastado el estallido del escándalo en la Asamblea de Madrid, por la traición de dos electos del PSOE, pertenecientes a la tradicionalmente caótica Federación Madrileña de ese partido, para que Aznar se sienta ahora autorizado a demoler la figura de su adversario rociándole previsiblemente el lunes próximo en el debate sobre el Estado de la Nación con todo lujo de acusaciones y menosprecios. Vive el PSOE en pleno desconcierto. El par de traidorzuelos en sus filas no sólo ha desbaratado parte de la estrategia de Zapatero, obligándole a aplazar la incorporación a su equipo más cercano de varias personalidades de alto nivel sino que le ha situado a la defensiva frente a la crueldad dialéctica del PP. Aznar pretendería que el inminente debate sobre el Estado de la Nación sirviera para diagnosticar el supuesto estado ruinoso del PSOE. La ejecutiva del PSOE, reunida ayer como suele ser habitual al inicio de semana, no acierta a disimular su inquietud por la ofensiva de los «populares», que utilizan la defección de los dos electos socialistas para centrar en ellos todo el debate político. El PSOE se siente obligado a encajar la situación de la Asamblea de Madrid en el marco de una corrupción muy generalizada en el sector inmobiliario, que afectaría, según el afloramiento de indicios, a ciertos militantes del PP en concomitancia con promotores y constructores de la Comunidad madrileña. Y para demostrar la veracidad de esos indicios, el número 2 del PSOE, José Blanco, a quien se le piden desde todos los flancos responsabilidades por la confección de la lista electoral que incluyó a sus dos compañeros felones, se encarga, por orden de Zapatero, de llevar adelante la investigación.

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