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EN MADRID no se habla de otra cosa: el Real Madrid ha quedado campeón de la Liga pero en la «Casa Blanca», no hay alegría. Todo es mohína. Han despedido al entrenador, a Vicente del Bosque sin razones futbolísticas para hacerlo y también se han portado mal con Fernando Hierro, capitán del equipo durante los últimos catorce años. Por supuesto que Florentino Pérez, un presidente que hasta ahora contaba las gestiones por aciertos, tiene derecho a cambiar de entrenador y a no renovar el contrato a un jugador como Hierro que tiene ya 33 años. No es el fuero lo que se cuestiona, es la oportunidad, el tacto, en este caso la falta de tacto, para hacer las cosas. Falta de tacto sorprendente en un hombre como Florentino que hasta ahora había dado sobradas lecciones de eficiencia, discreción y elegancia insólitas en un mundo como es el del fútbol donde lo que más se estila son los arranques raciales y las salidas extemporáneas. Doy por hecho que Florentino tiene sus razones para hacer las cosas como las hemos visto -se habla de insubordinación en el vestuario, etcétera-, pero, con todo, tanto Del Bosque como Hierro son dos ciudadanos que llevan muchos años trabajando honradamente para el Real Madrid. Más aún, durante muchos años ellos mismos han sido una parte notable de ese Real Madrid que veíamos y queríamos. Puede que hubiera llegado la hora de su relevo. No entro en la cuestión aunque me parece que pocos entrenadores pueden presentar un palmarés como el de Vicente del Bosque y pocos jugadores una trayectoria tan brillante al servicio de un mismo club como ha sido el caso de Fernando Hierro. Se merecían otro final.