Una idea que le honra

MUCHOS españoles vivían más tranquilos antes de que estallara el «caso Simancas», incluido él. El revuelo creado por los dos impávidos y tercos desertores se ha convertido en una tabarra de mucho cuidado, sólo comparable a algunas novelas que aparecen en las listas de los libros más vendidos. El culebrón se está volviendo serpiente de verano, pero aún no sabemos si cascabel o pitón. Ahora el bruscamente célebre Simancas ha dicho que se someterá a la investidura, pero advierte de que no gobernará. Quizá hubiese sido mejor lo contrario, que gobernara sin someterse a la investidura, pero eso sería mucho pedir y nadie está para dar nada, salvo la lata. Puede ser el momento estelar de los detectives, ya que el PP quiere que la comisión sobre la trama inmobiliaria investigue a cargos del PSOE y el PSOE desea que investigue a cargos del PP. Habría que poner muchos ladrillos, unos encima de otros, para publicar las obras completas de la corrupción española. En medio de la confusión creada por los dos felones, hay que reconocer que el zarandeado señor Simancas ha tenido una idea que le honra: propone que todos los diputados regionales hagan públicos sus bienes y sus intereses. Cómo nos gustaría que su propuesta cuajara. Y es que queremos que se sepa «de dónde sacan pa tanto como destacan». Siempre se ha dicho que el dinero es tan difícil de ocultar como el fuego, la tos o el amor, pero no es cierto, ya que puede esconderse debajo de varios ladrillos. Además, aunque los investigadores no lo descubran, se oirán explicaciones muy ingeniosas acerca de su procedencia. ¿Cómo podrán justificar su súbito bienestar los que anteayer no sólo eran más pobres que las ratas, sino que comían aproximadamente lo mismo que ellas? Unos hablarán de herencias de un tío que se fue a América y otros jurarán por los clavos de Cristo que el dinero les vino de la ferretería de su suegro.