Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Accidentes mortales

Publicado por
JOSÉ ANTONIO BALBOA
León

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DEMASIADOS jóvenes muertos en accidente en estos tiempos. No necesito acompañar mi artículo con frías estadísticas de la Dirección General de Tráfico. Me basta con la memoria de los conocidos o echar una simple ojeada a la prensa de estos últimos días para comprobarlo. Accidentes en Cacabelos, Armellada, Cimanes del Tejar, Riaño por citar sólo los de la provincia de León. Los accidentes traen horror, muerte, desolación. Nos obligan a detenernos un momento y meditar. He asistido el sábado al entierro de uno de esos jóvenes muerto en la flor de la vida y he visto los lloros desconsolados de sus deudos y amigos. Pese al calor sofocante de la tarde, cientos de jóvenes acompañaban el féretro, que llevaron a hombros hasta el cementerio, con sus rostros cariacontecidos, una tristeza desoladora y el insondable asombro ante la muerte. Muchos, en susurros, no daban crédito -ingenua incredulidad- de que eso pudiera pasarle al amigo, al compañero de 21 años. Pensaba. Menuda ocasión para el sacerdote tener en la iglesia a tantos jóvenes para reconvenirles sobre su conducta, para hablarles de la vida y de la muerte -sobre todo de ésta de la que nadie les habla-, para culparles de la desolación que dejan a sus padres y amigos. No sé de que habló porque no pude entrar, no cabía una persona más en el templo. Pero los discursos moralizantes terminan en moralina evanescente, que se disuelve al poco como un terrón de azúcar. Quizá la educación, la escuela -demasiadas tareas recaen ya sobre la pobre escuela para que la sociedad le imponga una más-, las campañas de prevención de las administraciones, la familia; al final siempre la familia. Hablarles de que la libertad no consiste en no tener límites, sino en interiorizar y cumplir las normas con responsabilidad. Pero la educación hay que sembrarla desde pequeños, es lenta, costosa y los discursos pedagógicos chocan siempre con una realidad que es, cada día más, deseducadora. La educación choca con la idea que la sociedad tiene de la juventud. La juventud es tiempo de locura, de competición, de riesgo, de emoción Todos hemos sido jóvenes y todos hemos cometido locuras, comentan algunos justificando las velocidades desorbitadas, las carreras por llegar antes al pub y las competiciones suicidas, incluidas las que se practican delictivamente por el carril contrario. Claro que hemos sido jóvenes, pero no todos hemos sido iguales. La técnica, que podría hacernos libres frecuentemente nos esclaviza. La técnica llama al riesgo, a la competición; queremos dominar el tiempo y el espacio y domeñar la máquina. Pero al final nos puede. Se anuncian, sin la menor censura, con el mayor desparpajo, con cinismo, coches cada vez más potentes, de mayor cilindrada, pues eso es, para los vendedores sin escrúpulos, la libertad y la autonomía. La realidad es que 25.000 coches ruedan por la provincia obsoletos, auténticos cacharros, muchos sin pasar ITV y por carreteras tercermundistas. Forzándolos son máquinas de matar. La educación choca con la ideología que idolatra el riesgo, la aventura, el mundo sin límites, la ausencia de normas y cortapisas. Se incitan a los jóvenes, como si en eso consistiera su libertad, a prescindir de sus padres, de sus maestros y educadores, a ponerse el mundo por montera. La educación choca con la economía, incluso con el precio de los coches, con lo barata que, relativamente, está la gasolina. Luego viene el accidente, la parálisis, la vida en una silla e incluso la muerte; llega el asombro. Y uno piensa que la moralina, los discursos pedagógicos son procesos lentos, caros, poco efectivos. A veces sólo se entiende el castigo, la represión; sale más barato a la sociedad este procedimiento. Sin embargo, Tráfico retira en León más de 3.000 carnés al año y no parece efectivo. ¡Es desolador este panorama!

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