Diario de León
León

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LA PINTADA es contundente: «Manolo, hazte la cena tu solo». Ni echa a propósito para ilustrar los resultados de la encuesta de Demoscopia sobre el reparto (perdón, el no reparto) de las tareas en el hogar. El diccionario dice que los grafito ( graffiti , hablando en plata, que no en versión Drae) son letreros o dibujos «circunstanciales, generalmente agresivos y de protesta, trazados sobre una pared u otra superficie resistente». Protesta, bueno; agresivo, poco, muy poquito si se tienen en cuenta los milenios que hay detrás de este pequeño escrito informal y semiclandestino. El mensaje a Manolo quizás resulte más eficaz que las campañas institucionales que, como muchas otras cosas que no interesan, se neutralizan con mucha risa. El lema Compartir, es avanzar -campaña del Ayuntamiento de León colgada de las carteleras oficiales- es correcto y bienintencionado. Es la filosofía. Pero tal vez ha llegado el momento de dejarse de pamplinas y buenas maneras y propagar señales un poco más subversivas . A lo mejor, esta asignatura pendiente de la democracia que es el reparto de las responsabilidades familiares empieza a conseguir algún aprobado más y no se marcha cada año de vacaciones, tan ricamente, con las calabazas correspondientes en forma de encuesta. El reparto de responsabilidades es una tarea tan urgente que implica algo más que cenas y comidas. Las mujeres han pasado de la cocina al despacho, a la barra de un bar o al volante de un autobús de forma llamativa y masiva en la última década, pero no han dejado de hacer todo lo que hacían tradicionalmente: cuidar de niños y ancianos, pensar los menús de la semana, hacer la lista de la compra y preparar la comida, sin olvidarse de pasar el polvo, la colada y la revisión del dentista. Para contentarla la llamaron superwoman o mujer 10. Y durante un tiempo se lo creyó. Pero vino el siglo XXI y el cuento de la Cenicienta, en versión real, rechina de rancio y pasado.

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