AQUÍ Y AHORA
Fiscal de izquierdas
EL FISCAL JEFE de la Audiencia Provincial de Madrid, Fernández Bermejo, tuvo la osadía de confesar que era un ciudadano de izquierdas, como cualquier otro ciudadano de los que andan por la calle. En mala hora lo hizo. El portavoz adjunto del Partido Popular en la Asamblea madrileña saltó de inmediato y declaró ante los medios de comunicación: <¿Qué se puede esperar de un fiscal de izquierdas?>. La respuesta que a mi se me ocurre no es otra que esta: «Pues lo mismo que se espera de un fiscal de derechas, que cumpla su misión con independencia y ajustándose a las normas establecidas». ¿O es que los fiscales no pueden tener ideología? Salvo que se pretenda que los fiscales han de ser unos seres extraños cuya única ideología que les es permitido profesar sea el sistema métrico decimal. Que no es el caso, por ejemplo, del Fiscal General del Estado, señor Cardenal. De sistema métrico decimal, nada de nada. Este señor es de derechas, y muy de derechas. ¿Y qué? Está en su derecho. Otra cosa es que, además de ser de derechas sea, también, fiscal del Gobierno en lugar de ser del Estado, es decir, de todos los ciudadanos, contribuyentes y no contribuyentes. Porque aquí, lo que sucede, es que el nombramiento de los fiscales, empezando por el Fiscal General, está en manos del Gobierno. Ahora, con la reforma del Estatuto Fiscal, el Consejo de Ministros, a propuesta del ministro de Justicia, nombrará a los fiscales jefes al terminar su mandato que será de cinco años. En esta situación se encuentran un buen número de fiscales de Sala que han cumplido, ya, los cinco años y quedan en funciones a la espera de los nuevos nombramientos que decida el Gobierno. No sucede lo mismo con el Fiscal General del Estado, señor Cardenal, que permanecerá en su cargo hasta que el Gobierno decida. No quiere agradecerle el Gobierno los servicios prestados, todavía. Quiere que continúe para que pueda prestarle muchos más. Lo que sería de desear es que el Gobierno, a la hora de nombrar a los fiscales, atendiese a su profesionalidad en lugar de valorar, antes que nada, su fidelidad al régimen político que rige nuestros destinos. Pero ya se sabe que esto es algo incompatible con este régimen que lo quiere acaparar y controlar todo. Y en esas estamos.