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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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CUANDO le preguntan a los niños españoles qué quieren ser el día de mañana, que por cierto es lunes, suelen decir que futbolistas o eurodiputados. Sólo los menos ambiciosos desean ser concejales. Sospechan que aunque los sueldos no sean excesivamente esplendorosos, en ningún otro sitio podrían ganar lo mismo. La verdad es que quienes tienen como misión procurarnos unas mejores condiciones de vida viven bastante bien, a veces de manera inmejorable. No se comprende por qué se quejan de su trabajo, ya que han hecho todo lo posible por desempeñarlo. Sarna con gusto no pica. Cuando la obligación coincide con la devoción se da no sólo una casualidad afortunada, sino un privilegio. Lo raro es que la sociedad necesite tantos privilegiados. ¡Cómo abundan las vocaciones políticas! En ninguna otra parcela se dan tantas ni tan aglomeradas, salvo en las vocaciones futbolísticas. Un buen concejal tiene a su favor sobre un buen pelotero el hecho de desarrollar su trabajo sentado. Además, así como al futbolista se le exige que demuestre semanalmente su dominio del balón, si no quiere pasar a la suplencia, el concejal mantiene su puesto aunque no da pie con bola. Por otra parte, sus emolumentos no son comparables. El Real Madrid acaba de ofrecerle a Raúl un contrato que establece una plusmarca: 18 millones de euros anuales si renueva por cuatro años más. Los rumores de que el Manchester deseaba incorporarlo a sus filas coloradas, quizá hayan sido decisivos. ¿Cómo extrañarnos de la prepotencia y el engreimiento del gran jugador? «Que se ponga el alcalde», dijo cuando le impidieron encaramarse a la Cibeles para ponerle una bufanda. Si sigue así, otro día dirá desde su móvil: «Que se ponga Bush, soy Raúl». Hacen bien los niños en no aspirar a ser catedráticos ni investigadores, cuando crezcan. O César o nada. El dinero está en la política o en el deporte. O el balón o el ladrillo, que es la cuadratura del círculo vicioso. La impúdica zarabanda de millones a la que asistimos gira siempre en torno a esas dos cosas.

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