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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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AZNAR está seguro de que él no va a ser en el 2004 candidato a la presidencia del Gobierno, pero duda de que Zapatero vaya a serlo. Esa duda refleja la argumentación corrosiva que lanzó el presidente contra la figura del líd er socialista en el debate sobre el estado de la nación, iniciado con ese duelo político en la cumbre. El deterioro que esos tránsfugas ha causado a la imagen de Zapatero y del PSOE tenía necesariamente que aparecer en el cruce de acusaciones mutuas, pues si los corruptos son socialistas, o lo eran hasta su expulsión del partido, los corruptores, según el PSOE, están en las filas del PP. Dicha tesis se apoyaría, en opinión de Zapatero, en un cúmulo de coincidencias, mentiras y silencios. El líder socialista calificó de silencio el hecho de que, a pesar de sus requerimientos, Aznar no hubiera dicho desde la tribuna de oradores que los militantes 'populares' acusados son inocentes. La mayor parte de los argumentos cruzados entre el presidente y el líder de la oposición llevan a una apasionada carga de voluntarismo. Se despedía Aznar ayer de este tipo de debates, y lo hizo sometiendo a Zapatero a una rociada de descalificaciones. «No tiene usted proyecto..., no tiene usted alternativa», «tiene usted desmemoria e inmadurez», «busque la responsabilidad (por el tranfuguismo de los dos diputados socialistas) donde está, en usted» y «deje de calumniar al PP». Sabía Zapatero que iba a ser vapuleado por Aznar, pues desde el escándalo en la Asamblea de Madrid señalan los sondeos varios puntos de ventaja popular sobre los socialistas, y ante los nueve meses de embarazo electoral que faltan hasta marzo del 2004 posiblemente no le surjan graves problemas al Gobierno. En la nueva circunstancia, Zapatero se ha defendido con habilidad y ha atacado con gallardía los puntos más vulnerables de Aznar, como Telefónica en manos de amigos del presidente, el gastos social, la asignatura de religión, la disminución de competitividad de la economía española y, en fin, todo lo que cuentan hoy los periódicos. Y si Zapatero postulaba una regeneración democrática, más o menos igual a la prometida/incumplida por Aznar, éste se sorprendía de que, en esta situación, el PSOE hablara de regeneracionismo. Desde el subjetivismo, y a la luz del duelo en la cumbre, podría decirse que si el escándalo de la Asamblea de Madrid frenó en seco las expectativas socialistas, también habría afectado al PP, por el cúmulo de coincidencias, mentiras y silencio a los que Zapatero de refirió, enumerándolos.