Sólo unos merecen gratitud

NO FUE la despedida final, como es lógico. Fue un destello de emoción, el estallido del hombre que sabe que está culminando un periodo y ayer terminaba una etapa. Terminados todos los discursos, oscurecidas algunas luces y aclaradas bastantes sombras, se sintió en la obligación de levantarse y decir: «Gracias por el apoyo al proyecto político que hemos impulsado en España». El general terminaba una batalla. Tenía ese gesto con los soldados que le habían acompañado tanto y con tanta lealtad, sin un gesto de indisciplina. Creo que no estaba preparado. Le salió así, como un testimonio íntimo. Y más de un diputado del Partido Popular se quedó con ganas de seguir aplaudiendo hasta romper las palmas, porque comenzaba a sentir algo parecido a la orfandad. Uno minutos antes, Luis de Grandes había dicho que el año que viene no habrá ese debate; habrá investidura. Y los diputados populares se marcharán de vacaciones sin saber quién será el elegido. Ahí empieza esa sensación de huérfanos, sin líder nuevo cuyas órdenes seguir. Le criticamos, pero en el fondo le queremos. Nos irrita su autosuficiencia, pero, a base de escribir su nombre, terminas por cogerle cariño. Y aunque sea frío y distante y haya caído en el pecado de alguna mentira -¡fíjate lo que dijo de los inspectores de Irak!- forma parte de nuestro paisaje. Por eso nos sonó a poco y a limitado ese brevísimo mensaje. Sonó a encerrarse en sí mismo y en su grupo: las gratitudes son para ellos. Sólo para ellos, que funcionaron como una piña aquel día de la votación secreta. A este ingenuo cronista le gustaría que hubiera habido también un testimonio para los demás: para socialistas, para nacionalistas, incluso para los comunistas. Por ejemplo, un «gracias por su labor crítica». Pero se nota que el Presidente no tiene nada que agradecer. En sus espaldas de general que vuelve de la guerra pesan los incondicionales. Los otros, en el fondo, sólo buscan su fracaso. ¿Por qué dar las gracias a quien te acaba de llamar mentiroso? Pero hubiera sido un enorme detalle. Un detalle de grandeza.