Diario de León

AQUÍ TE ESPERO

El recuerdo de un hombre sencillo

Publicado por
CAMINO GALLEGO
León

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ES DIFÍCIL conjugar a veces lo que quieres decir y más si lo haces publicamente, porque pones tu corazón al descubierto y eso no le interesa a casi nadie. Pero por otra parte hay veces que sientes que debes escribir como si al hacerlo trataras de pagar una deuda. Y este es el caso, porque yo tengo una deuda de gratitud para con Gervasio Nicolás Serrano, a quien enterramos el domingo. Era un hombre sencillo, afable y cariñoso, que se ganó el afecto de cuantos le conocieron y que ahora echarán en falta su simpática conversación. Tenía siempre su casa llena de gente. Familia y amigos se daban cita en ella y siempre eran bien recibidos. Yo pertenecía al segundo grupo, pero desde siempre me sentí como si fuera del primero. En los difíciles años de la adolescencia Gervasio actuó como si fuera mi padre, hasta el punto de que más de una bronca me llevé yo también por llegar a casa algo más tarde de las diez de la noche. Pero si su hija Nati era como mi hermana, si su suegra Natalia era mi abuelica del alma y su mujer, Feliciana, mi otra madre, está claro que B erva para mí fue también un padre. Y lo fue durante muchos años, aunque en los últimos no me prodigara en las visitas y siempre me recriminara que «ya no vienes a vernos». Seguía con interés lo que escribía, pero echaba de menos mi compañía esperando siempre que me acercara a saludarle y le diera un beso. Ahora ya no podré hacerlo más y eso es lo que me apena, porque todavía recuerdo su alegría cuando hablamos en mi última visita, a mediados de febrero. Y allí estaba él, sentado junto a la ventana, con el Diario de León en las manos, contento de verme, de tenerme otra vez allí, con su niña, que ahora ya no le tiene a él, aunque nos tenga a todos nosotros, que deberemos intentar llenar el hueco dejado por alguien tan sencillo y tan vivaz a la vez. Descansa en paz, Berva. Ahora ya estás en otra casa, pero también rodeado de los tuyos. Y con tu paciencia no se te hará larga la espera, hast a que volvamos a vernos otra vez.

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