TRIBUNA
Pasado, presente y futuro
CUANDO el genio Charlie Chaplin interpretó magistralmente la película Tiempos modernos , creó la mejor sátira que se podía realizar entonces de la evolución que se estaba llevando a cabo en el mundo laboral, dando a conocer el nuevo sistema de producción en serie, donde los obreros empezaban a trabajar en cadena, limitando sus conocimientos a una sola fase, sin necesidad de ampliarlos tal como era necesario en su puesto de trabajo anterior. Al mismo tiempo, esta transformación fue secundada simultáneamente con distintas mejoras de métodos de fabricación y la incorporación de nuevas máquinas automáticas, electrónicas, robots, etcétera, cuyo conjunto mejoraría la calidad y capacidad de producción, enviando a la chatarra aquellas otras que ya eran consideradas obsoletas, lo que ha llevado a crear una revolución industrial que ha cambiado notablemente el sistema laboral de entonces respecto al actual. En aquellos tiempos las plantas de montaje en una fábrica de automóviles le componían un número elevado de obreros y hoy, el número de personas necesarias en la misma planta con las mejoras implantadas ha ido decreciendo en la misma proporción que ha ido aumentando el número de unidades fabricadas. De seguir así, ¿cuál será el futuro del mundo laboral? En cuanto al desarrollo y forma de vivir familiar, no ha sido mucho menor el cambio experimentado. En el pasado, el respeto hacia los padres era el que presidía las normas de la buena educación y urbanidad que regían el comportamiento de todos sus componentes, aunque hay que admitir que quizá fueran demasiado rigurosas en algunos aspectos. Entonces, los hijos tenían que obedecer y cumplir unas pautas entre las que se encontraba que tenían que recogerse a una hora razonable impuesta por el cabeza de familia y que se cumplían sin discusión. Durante los ratos de ocio en el hogar se jugaba al parchís, la oca, las damas, el cinquillo o la brisca, según el número de jugadores, es decir, que se ajustaba en cierta manera a aquel eslogan que se hizo tan popular: «La familia que reza unida permanece unida». Hoy, sin embargo, cualquier parecido con aquel proceder sería una utopía. El mando corresponde a los hijos y de una u otra manera su vida transcurre de acuerdo con las normas que ellos mismos establecen. El respeto hacia los padres en la mayor parte de los casos ha desaparecido, sus juegos ya no son hogareños porque se realizan fuera de casa en establecimientos con máquinas muy sofisticadas y cuando salen de casa para reunirse con los amigos, nunca se sabe la hora en que regresarán, quedando los padres sin dormir llenos de zozobra y sin atreverse a llamarles la atención a su regreso. ¿Qué ocurrirá en el futuro? Afortunadamente se vislumbran indicios de que por fin, los jóvenes se están dando cuenta de que su forma de proceder no les conduce a nada positivo y su futuro, en casi todos los casos, sigue dependiendo de su familia y sobre todo de sus padres, donde saben serán siempre bien acogidos. En lo que se refiere a la político, ¡Ay la política!, es obligado decir, antes de nada, que en España hemos vivido durante demasiados años bajo una dictadura que permitía muy pocas alegrías y que, entre otras cosas, nos mantuvo en vía muerta, sin contactos comerciales y políticos con el resto del mundo mucho tiempo, y ahora tenemos que hacer un gran esfuerzo y tratar de recuperar el tiempo perdido para alcanzar la misma altura donde se encuentran los países más avanzados, sobre todo los de nuestro entorno europeo y esa tarea es responsabilidad de los políticos que han sido designados por todos los ciudadanos democráticamente. Pero claro, resulta que los votantes que han elegido libremente a los políticos que consideraban los más adecuados de acuerdo con sus ideas políticas, resulta, decíamos, que han sido engañados. Sí, sí, engañados. Porque su voto ha servido, no para que saliera elegido su partido, no, su voto ha servido para que saliera otro partido de signo político contrario a sus ideales. Existen ejemplos y hechos absurdos incomprensibles para dar y tomar. Muchas de las coaliciones entre partidos se asemejan a lo que sería una coalición de Dios con el diablo y que fueran juntos por el mundo, cogidos de la mano, predicando cada uno su religión. El caso es que existen también algunos políticos que cambian de forma de pensar cada dos por tres. Hoy dicen que es blanco y mañana dicen que es negro y eso el votante no lo entiende ni lo entenderá jamás. No es necesario detallar la cantidad de mentiras que proclaman públicamente sin alterar un solo músculo del rostro, como si fuera ésa y no otra su forma normal de ser. En cuanto a las coaliciones de los distintos partidos, que no hay quien las entienda, se le ocurre a algún político no votar como le ha ordenado su partido, por no ajustarse a sus convicciones, le tildarán de tránsfuga, traidor, etcétera, cuando todo el mundo sabe que este tipo de situaciones se han producido y se siguen produciendo en todos los partidos cada dos por tres, por lo que nadie debería extrañarse de estas situaciones tan anómalas. Lo que sí debería existir es una ley que contemplara este tipo de situaciones condenando a tales personas a entregar sus credenciales, obligándoles al abandono de la política a perpetuidad. Aquí en León no es necesario salir de la ciudad para conocer tránsfugas aislados y actuaciones de algunos partidos que no tienen ningún sentido cara al elector. Hoy contigo, mañana con el que más ofrezca. ¿Quién da más? Parece un mercado persa. Por ello obligan al votante a pensar que todo obedece a chanchullos vergonzosos, porque no se les ha dado una explicación convincente y se ha pretendido engañarles con otro tipo de razones poco creíbles que a nadie convencen, porque el votante de a pie no es tan tonto como algunos pretenden creer. Las próximas elecciones serán las que decidan en justicia quién tiene la razón. «Nadie puede cambiar su pasado, pero todo el mundo puede contarlo al revés» (Noel Claraso).