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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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SOSTIENE ZAPATERO que no ha perdido ningún debate con Aznar, pero a su partido le gustaría que los hubiese ganado todos, especialmente el último, tras un año de serios errores del Gobierno. ¿Qué va a ser de Zapatero? Al líder socialista le queda una oportunidad para renacer o desvanecerse: la nueva batalla por Madrid. La repetición en octubre de las elecciones autonómicas en esa Comunidad afectaría menos al PP que al PSOE, y al PSOE menos que a Zapatero, quien se juega en ellas su destino político. Porque no se trata de que los socialistas salven en octubre los muebles, perdiendo por apretada diferencia, sino de que una derrota popular garantice la supervivencia de Zapatero. De las nuevas elecciones en Madrid dependerá en gran medida el resultado de las generales siguientes, pero si el líder socialista perdiera la batalla madrileña se quedaría sin escaparate en el que exhibir, como había deseado, una política eficaz, progresista e ilusionante para todo el Estado. El PSOE puede esperar vientos mejores, los ha esperado a lo largo de su historia durante mucho tiempo, pero sus líderes se queman con la primera cerilla que se enciende. La combustión de Borrell y Almunia, predecesores de Zapatero, fue casi instantánea. Ese antecedente inmediato no significa que los dos tránsfugas madrileños vayan a forzar un congreso federal extraordinario y urgente, por lo que el futuro inmediato de Zapatero no se ha puesto seriamente en cuestión dentro del socialismo. Pero... Pero una derrota socialista, junto a Izquierda Unida, en octubre dejaría la figura de José Luis Rodríguez Zapatero vista para sentencia en el congreso federal socialista que podría celebrarse en la primavera del 2004, tras una nueva y presumible victoria del PP en las generales, con o sin mayoría absoluta. Y el primer paso para evitar esa victoria popular, y la evanescencia definitiva de Zapatero, no sería otro que un triunfo del Partido Socialista, más IU, en Madrid y en octubre. Para lo cual el líder socialista, además de defender la supremacía de la transparencia administrativa sobre la corrupción inmobiliaria, afán más que loable, habría de seguir en la campaña electoral madrileña la misma estrategia, de implicación personal, que desarrolló Aznar con vistas al pasado 25 de mayo, es decir, jugárselo todo a la carta de la victoria. Debería funcionar el tandem Rodíguez Zapatero/Rafael Simancas. Éste ya ha introducido la ética en su discurso; a aquél le correspondería articular la política.