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Publicado por
J.F. PÉREZ CHENCHO
León

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JUAN VICENTE Hereera tomó posesión ayer como presidente de la Junta de Castilla y León, en su sexta legislatura, e hizo pública la composición de su nuevo Gobierno. Un Gobierno de bajo perfil político, excepto el incombustible Tomás Villanueva, que asume la consejería de Economía y Empleo, que debe incluir Industria, Comercio y Turismo. Si ya era el hombre fuerte, ahora lo es más que nunca. Un leonés se sentará en el Consejo de Gobierno: Antonio Silván Rodríguez, ex secretario general de Economía y Hacienda y mano derecha de Isabel Carrasco, que asume la cartera de Fomento. Si el peso de León en la Junta era, dicho en términos boxísticos, propia de un superligero, en el nuevo Ejecutivo no supera en la báscula la condición de pluma. Pero ya tendremos tiempo de chequear al nuevo Gobierno. Hoy quiero rebobinar la cinta y visionar algunas tomas del debate de investidura: Juan Vicente Herrera invitó a la oposición a implicarse en las tareas de gobierno. Una fórmula sibilina para que los opositores no pongan vaho en sus cristales ejecutivos. Socialistas y leonesistas, únicos supervivientes de la riada azul, no han tragado. Están convencidos de que aquí hace falta mucha crítica, un férreo control del gobierno y oposición, no mansedumbre. Ayer mismo, sin ir más lejos, el Anuario Económico de España 2003 de la Caixa, nos mandaba otro gancho de k.o. al hígado: Castilla y León está a la cola del crecimiento español. No sólo no creció, sino que que decreció un 0,04%, y perdió el 3,5% de población en los últimos años. Son datos que crucifican. Hablan por sí mismos de los vuelos de la gaviota en tierras del interior durante los últimos quince años. Herrera pidió que la oposición se haga cargo de las corresponsabilidades por los malos resultados de la gestión popular. Inaceptable. Hay otro asunto concreto y específico que merece comentario aparte. El presidente Herrera propuso «la implicación de las cajas en el proyecto regional desde la coordinación e integración». Todos sabemos que la Junta está usando y abusando de las cajas en los últimos años, especialmente de Caja España. Algún político/a tendrá que responder de los miles de millones de pesetas invertidos en una empresa regional que pinchó como toda la burbuja tecnológica. Quizá porque la embarcaron construyéndole una nave dura y frágil al mismo tiempo. Arroparon la inversión y no contrataron sus servicios. Con los antecedentes, cuando nos vuelven a hablar de implicación de las cajas, sólo nos queda elevar el tono de voz: ¿Más todavía? ¿No será ya hora de que la Junta deje de entrometerse en las cajas? ¿No es el tiempo de los profesionales?.  Lo harán cuando no las controlen. Mientras estén a lomos de la burra, bien, gracias. Han denunciado la politización, y Herrera lleva el debate al Parlamento. En León, la inmensa mayoría, cuando oye a la Junta hablar de implicación, de coordinación, de fusión o de lo que sea, respecto a las cajas, de inmediato traduce todo de la siguiente manera: trasladarán la sede a Valladolid y la presidenta será Isabel Carrasco. Parece de ciencia ficción, pero tiene fundamento.