EL BALCÓN DEL PUEBLO
Tomás Villanueva es el jefe
ANTONIO Silván Rodríguez, nuevo consejero de Fomento y portavoz oficial de la Junta, despierta simpatías. Lo he comprobado. Desde amigos de infancia que destacan su afabilidad, su talante, su humildad y su lealtad, hasta la vieja guardia popular, con colmillos afilados, que defienden su nombramiento y valoran su discreción. No sacó nunca la cabeza en los cuatro años en que fue numero dos en la Consejería de Economía y Hacienda. Un signo claro de inteligencia política. De haber asomado la cresta se la habrían cortado de cuajo. Sin embargo, hoy por hoy, Antonio Silván no es un peso pesado de la política, ni en León, ni en Castilla y León. Puede ser -seguro que lo es- un excelente técnico, pero no un político con espolones. Lo será en el futuro, sin duda, porque tiene todas las cualidades para ello. Si ha sido nombrado, pese a carecer del perfil y peso político, se debe a que Juan Vicente Herrera descartó a otros leoneses con supuesto peso político, tras el fracaso en el Ayuntamiento de León. Es algo así como si en León se hubiera puesto la primera piedra de la renovación orgánica en el Partido Popular. Antonio Silván no es el hombre fuerte del nuevo gobierno de Castilla y León. Es, si se quiere, una apuesta de futuro. Afable y leal, además de limitarse a invertir lo que le den -su consejería es absolutamente inversionista- ha de trasladar a la sociedad la cara amable y eficaz de la Junta. El auténtico capo es Tomás Villanueva, presidente del PP de Valladolid. No sólo acapara el máximo poder, sino que ha colocado a otros tres consejeros en el Palacio de la Asunción. Él asume la joya de la corona, con Economía y Empleo, además de plenas facultades en Industria y Comercio, aunque Turismo -como ayer publiqué por error- se escapa de sus manos. Pero no así Educación, donde ha elevado al máximo rango a su viceconsejero Francisco Javier Álvarez Guisasola, ex-rector de la Universidad de Valladolid. También la seguirá controlando. Al final, si el descenso poblacional en la Comunidad no invierte sus cotas, pueden tener la tentación de que permanezcan las dos Universidades de siempre: Salamanca y Valladoilid. En León debemos estar muy atentos, por el bien de la provincia y de su Universidad. Tomás Villanueva se despide de Educación, consejería en la que fue nefasto para León y su Universidad. No sólo resultó determinante en la dimisión de Julio César Santoyo, al que negó el pan y la sal, sino que aplicó distinta tabla rasa con respecto a otras instituciones académicas. Además, dejó dos herencias de ruina: primero, un texto oficial de Historia, aprobada por sus técnicos, en el que prácticamente desaparece León del mapa, muy en especial la historia del Reino de León medieval. Y en segundo lugar, en estos instantes que está más viva que nunca la reivindicación de los profesores titulares de Escuela Universitaria, exigiendo su equiparación salarial a los de enseñanza secundaria, no ha atendido sus demandas. León no, pero en Salamanca y Valladolid, sí. Huele a cuerno quemado.