Bono el sensato

LA CEREMONIA espectacular de un José Bono que toma posesión de su nuevo mandato como presidente castellano manchego congregando en torno a su persona a la alta dirección de su partido, pero también a personalidades del Gobierno como Zaplana, Rajoy, Gallardón..., resulta indudablemente insólita, y dice mucho de la personalidad y prestigio del dirigente castellano manchego. Pero también ha sido interpretado ese espectáculo en torno a Bono como el deseo de algunos de auspiciar su propia candidatura a la sucesión o sustitución de un dirigente político, Rodríguez Zapatero, que no termina de consolidarse en la jefatura del PSOE, y que en las recientes elecciones de mayo, en el Caso Tamayo-Simancas y en el Debate del estado de la Nación 'ha dejado algo que desear' en resultados prácticos y en imagen. Lo cierto es que no se sabe bien qué quieren sus correligionarios de Rodríguez Zapatero. En un primer momento, sus buenas maneras, su oposición suave y educada suscitó algunas quejas, y pudo escucharse el «dales daña» de algunos de sus conmilitones. Cuando, en efecto, como en el reciente estado de la nación pudimos ver a un Zapatero mucho más exigente y áspero con su oponente Aznar, otros han señalado que ha dado un bandazo poco recomendable e incluso arriesgado, y que prefieren al Bambi , como fue bautizado, de hace un par de años... En todo caso, lo que demuestran estos compañeros socialistas de Zapatero es que lo que les gustaría es la meteórica recuperación o reconquista del poder. Y, por el contrario, observan en cualquier episodio o incidente una nueva razón para ver pospuesta una fecha para el regreso a La Moncloa. José Bono, con las declaraciones que ha efectuado al verse tan ensalzado y elogiado en los últimos días -no cruzará el Tajo- viene a demostrar, una vez más, no sólo su lealtad al líder de su partido, sino su propia sensatez política. Si ahora se dejara querer y entrara en alguna clase de conspiración para la sustitución de Zapatero estaríamos retrocediendo a la situación originada cuando Almunia o Borrell trataron de consolidar su liderazgo, y vieron truncadas sus aspiraciones por razón de la inquietud, impaciencia y precipitación de algunos de sus correligionarios.