Diario de León
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CARLOS CARNICERO
León

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PARA OBSERVAR y entend er la vida política, lo más útil es consultar el diccionario para confirmar una sospecha y precisar la definición de un comportamiento. Indagando en el proceder de Jesús Cardenal, la clave también está en el diccionario de María Moliner. Descaro: falta de pudor o recato para hacer algo censurable. Lo del fiscal general del Estado es puro desparpajo. No se inmuta frente a ninguna crítica y ha hecho suyo aquel aserto de Cela: el que resiste, gana. En general no es mérito de Jesús Cardenal este descubrimiento de entender la política como la impudicia de un descaro firmemente sostenido. Esa es la clave de la incombustibilidad del Partido Popular. Jamás cambian el gesto ante ninguna situación. Son los perfectos jugadores de póquer a los que no se les intuye jamás un farol y ni siquiera, cuando se les ve un 'as' improcedente asomando de una manga, se les cambia el rictus. Como el esposo sorprendido en adulterio contumaz, son capaces de mirar estupefactos a la pareja indebida, exclamando: <¡anda!, ¿qué hace en mi cama este individuo?> Jesús Cardenal es capaz de explicar en Radio Nacional, como no podía ser de otra manera, que no existen causas para investigar el escándalo de Madrid, que es partidario de erradicar la fiscalía anticorrupción y que la mejor cualidad de su candidato para este puesto, mientras no le quede otro remedio que mantenerlo, es un fiscal que se opuso a la investigación de delitos en el comportamiento del ministro Josep Piqué. Puro desparpajo. Puro descaro. Los españoles tenemos la sangre caliente pero somos inconstantes. Nos derrumbamos ante la primera resistencia y, de esa forma, nos desmorona el desparpajo de nuestros gobernantes. Si dan un síntoma de debilidad, procedemos al desguace. Si permanecen hieráticos, nos arrugamos y cedemos ante la más pura dificultad. Si esto lo hubiera sabido Luis Roldán, probablemente seguiría siendo director general de la Guardia Civil. o

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