VUELTA DE TUERCA
Parecen limpias
PARECEN limpias. Parecen incluso muy limpias. Pero es casi imposible no salir pringado de chapapote después de dar un inocente paseo por muchas playas de Galicia y de Asturias. Es una peste que sigue llegando despacio, silenciosa, como retando al sentido común. Una cosa es lo que cuentan y otra es la realidad del puesto de la Cruz Roja en cuyo botiquín han cambiado la mercromina por eficaz aceite limpiador de sustancias oleaginosas. Lo cierto es que ni el ancho e inmenso mar ha podido todavía con tanta galleta de mierda que deja grabado en la planta del pie su mensaje de desidia y de desprecio por lo que debería ser intocable. La cara más negra del capital más vil sigue ensuciando los pies inocentes de niños y mayores en las «impolutas» playas de nuesto norte.