El Príncipe tranquilo

HA CUMPLIDO veintinueve años y acaba de terminar, con éxito, un master empresarial, el más prestigioso y exigente de este país. Casi un desconocido en España, en la vecina Francia es una de las personas más valoradas, con una prometedora proyección de futuro. Aquí tiene título de Alteza Real, aunque pocos los saben, y en el país vecino es Príncipe. Hablamos de Luis Alfonso de Borbón. Bisnieto de Alfonso XIII; nieto de don Jaime, duque de Segovia; hijo de Alfonso de Borbón Dampierre, duque de Cádiz, ha mantenido hasta ahora una discreción proverbial, pero la realidad es que en Francia es titulado duque de Anjou y jefe de la Casa de Borbón. Allí encabeza la rama primogénita borbónica y está logrando ubicarse, por sus derechos pero también por su trayectoria, un paso delante de los Orleans. Luis Alfonso ha salido casi indemne de una serie de penosos datos de su vida, que incluyen la muerte en accidente de tráfico de su hermano mayor, Fran, y posteriormente el trágico fallecimiento de su padre en unas pistas de esquí en Colorado. Sobre esos precedentes ha ido construyendo, con paciencia y tenacidad, una existencia normal, en la que los estudios han ocupado un lugar destacado. Y el deporte. Estudió en el Liceo Francés, hizo la carrera en CUNEF, y ahora trabaja en una conocida entidad bancaria. Aquí apenas hace ruido, pero viaja frecuentemente a Francia, donde, con total naturalidad, preside actos culturales y monárquicos, muchos de ellos organizados por las autoridades del país, que es, no lo olvidemos, una República. Se siente, y es, heredero de una tradición histórica y cultural en Francia, de lo mucho que los Borbones significaron para la construcción de aquel gran país. Va a tener mucho que decir allá. Y aquí sigue a la espera de encontrar su lugar.