Saber antes de morir

LA ACTUAL Asamblea de Madrid no quiere morirse sin saber por qué se muere, curiosidad nada habitual en las instituciones agonizantes. Le quedan a lo sumo tres meses de vida a esta cámara parlamentaria, y ha formado en su seno una comisión para investigar si su muerte anunciada se debe a una trama político/urbanística que siembra indicios sobre su propia verosimilitud o si esa trama es el sueño de un verano demasiado caliente. Ayer se puso en marcha la comisión sin el menor apresuramiento, pues mientras el PP intentaba defender su espacio de autodeclarada inocencia, el PSOE e IU pretendían que comparecieran todos los militantes «populares» que han salido a escena mediática con motivo de la supuesta trama. Y, además, que los interrogatorios fueran abiertos, sin acotaciones en los márgenes ni condicionamientos previos. El PP ha cedido en lo que no tenía más remedio, para evitar una imagen de grupo demasiado obstruccionista de la investigación, aunque imponiendo su mayoría absoluta para impedir que comparezcan algunos de sus militantes más dignos de amparo, como Manuel Cobo y Paloma García Romero, fidelísimos colaboradores de Ruiz-Gallardón. Ese mensaje subliminal de que, para el PP, el alcalde de Madrid es intocable, hasta en su entorno, intentaría difuminar la sospecha de que algunas baterías «populares» llevarían días disparando contra él. Seguramente resulte más penoso que interesante el desarrollo de esta comisión, pues antes que perseguir la verdad de la trama político/urbanística, si la hubiera en este caso, como la hay, y la certeza moral lo atestigua, en otros territorios, lejanos y próximos, los comparecientes intentarán justificarse, y los dos tránsfugas del PSOE atribuirán su felonía a impulsos ideológicos, haciendo filigranas dialécticas sobre «la tercera vía» socialdemócrata, en la que parecen incrustados, contra el «frente popular» que se estaba fraguando en la Comunidad de Madrid, como en 1936, cuando, según Gil Robles, «fue imposible la paz». Los dos tránsfugas, solos o, según tantos indicios, en compañía de otros, se han limitado a anular el resultado de unas elecciones autonómicas, forzando su repetición, para que ganasen a la segunda los buenos. Y si eso no mereciera, o no se realizase, una investigación exhaustiva, sin la menor traba política ni judicial, nuestra democracia seguiría decayendo, al gusto del pragmatismo globalizador del nuevo orden en el planeta y de los promotores urbanísticos que pastorean por hoteles de lujo a truhanes parlamentarios.