Diario de León

TRIBUNA

Política, información, espectáculo

Publicado por
AURORA MAISO ORTEGA
León

Creado:

Actualizado:

AFORTUNADAMENTE, parece que el monumental embrollo de Madrid está consumiéndose, sin resolverse, pero con decreciente aparición mediática. Todo comenzó con la constitución de la asamblea de Madrid y la Mesa con la ausencia deliberada de dos socialistas trastocando radicalmente los resultados esperados por las elecciones. No fue ni el primero ni el único caso en el que unos tránsfugas trastocan el previsible panorama político. Sin embargo, las circunstancias lo hacen especial. Se trata de Madrid y supone la lucha entre los dos partidos mayoritarios PP y PSOE que están muy equiparados de cara a las próximas elecciones nacionales. La actitud de nuestros políticos en estos días ha sido bochornosa. El cruce de acusaciones no se ha quedado en la comunidad madrileña. El agrio debate sobre el Estado de la Nación ha venido a reafirmar esa línea de ataques mutuos. El 80% del tiempo que los partidos emplean en explicar sus posiciones se dedica a atacar y destruir al adversario. Y lo consiguen. La política y los adversarios (ah, claro, ellos también están ahí incluidos) están completamente desprestigiados. Y luego se quejarán de la mala imagen que de ellos tiene la sociedad. Todo esto ha ocurrido con la inestimable colaboración de los medios de comunicación porque el escándalo vende, aunque ya sean tan repetitivos que sólo los espectáculos especiales como el de Madrid consiguen mantenerse semanas en el candelero. Espectáculo, uno. Información, cero. Lo ocurrido en la Asamblea de Madrid no tiene nada de delictivo (a menos que se encuentren pruebas de lo contrario) aunque sea políticamente inadmisible. Las disidencias internas de los partidos se resuelven democráticamente dentro y luego se acepta disciplinadamente la línea mayoritaria. Para el que no esté moralmente de acuerdo y lo considere inadmisible siempre le queda una alternativa, la renuncia. El PSOE ha fallado porque le han fallado parte de sus miembros. La respuesta digna hubiera sido abrir cauces a quien pudiera gobernar o posibilitar nuevas elecciones lo más rápidamente posible. El prolongar la crisis demuestra la ineptitud de quien se ha quedado paralizado cuando se esfuman las expectativas que parecían alcanzables de llegar a una meta. Es también una muestra de la irresponsabilidad del que se cree que es insustituible y se olvida de las necesidades de la comunidad. No debemos descuidar las consecuencias que ha tenido todo este rifirrafe. En primer lugar, se han relegado otros asuntos tan importantes o más, como son la participación española en la ocupación de Irak; las políticas a desarrollar para que no se repitan los enormes costos del asunto Prestige, ya fuera por ineptitud, negligencia o falta de medios; la seguridad ciudadana; el cumplimiento de la ley por parte del Gobierno Vasco; temas económicos, como el excesivo endeudamiento inmobiliario; la pérdida de competitividad de las empresas; el escaso gasto en investigación; temas sociales, como la calidad del empleo, etcétera. En segundo lugar, lo que ya hemos apuntado, el desprestigio del poder en sus actuaciones. Por supuesto, existen intereses muy concretos: construcción, bancos, comercios, sindicatos, asociaciones de vecinos,... Legítimamente todos ellos aspiran a que las decisiones políticas no sólo no perjudiquen sino que favorezcan sus intereses. Cómo coordinar, proteger, subordinar o defender estos intereses (casi siempre contrapuestos) entra en la línea ideológica de cada partido. En concreto, en la rama de la construcción, las decisiones que toman los Ayuntamientos y Autonomías son determinantes para los intereses de los propietarios del suelo, constructores, personas de alto nivel adquisitivos, clases medias y personas de escasos recursos económicos como jóvenes y ancianos o grupos marginales. Evidentemente, estos intereses no son coincidentes. Los ciudadanos entienden esto y lo que esperan de sus representantes públicos es claridad y transparencia en la gestión de esos intereses. Las grandes empresas saben muy bien cómo defenderlos, no hay más que ver como, por ejemplo, el Real Madrid consiguió la recalificación de la Ciudad Deportiva, algo que sin duda libró al club de la presión de sus acreedores. De ahí la importancia del control tanto por los partidos que no gobiernan (mal llamados oposición) como el control social a través de asociaciones y de los medios de comunicación. Pero, desde luego lo que no es nada positivo es el alargamiento con el consiguiente enfangamiento de la situación. A muchos no nos gustan, aunque a veces nos diviertan, las peleas e insultos de los políticos y su afán en destruirse y no en construir. Tampoco nos gusta que los medios de comunicación se conviertan en meros promotores de espectáculos y olviden su función de servicio público de información. Lo único que pedimos es que organizar la vida pública no sea algo tan desprestigiado que obligue a hacerlo tapándonos la nariz.

tracking